José Luis Chover. FOTO EPDA No quiero –no se merecen los trabajadores-, trastocar o perturbar la
celebración del Día del Trabajador en todo el mundo, pero la realidad de
España, de nuestra Comunidad, de nuestra ciudad, en materia laboral, supera
cualquier ficción y nos obliga a lanzar un grito de protesta, un “escrache
simbólico” –hoy tan temido y condenado –, contra el partido del gobierno y sus
políticas. Rajoy y sus ministros han reconocido que no saben cómo crear empleo,
y por el contrario, demuestran que, con 6.202.700 parados, la cifra más alta de
nuestra historia, y una tasa de paro que supera el 27 %, sí saben destruirlo.
Hoy debe ser un Día del Trabajador dedicado especialmente a los
trabajadores parados, se lo merecen, por ser las victimas de un escenario que ellos
-los trabajadores- no han creado, por mantener la esperanza de que la situación
cambie, por su sobrada paciencia y capacidad de sufrimiento. Por soportar un
sinfín de promesas incumplidas que multiplica la desazón generalizada: “la
prioridad de mi gobierno será el crecimiento económico y la creación de empleo.
Todo lo demás quedará subordinado a este filtro”, dijo
en una de sus más grandes mentiras este presidente ausente en septiembre de
2011. Y no quisiera sumar desánimo, pero parece claro que, sin revertir las
políticas de austeridad y de recortes masivos, sin el estimulo de la economía y
el crecimiento económico, dando mayor capacidad de intervención al sector
público para generar empleo, no hay salida posible.
La Reforma Laboral y las acciones desarrolladas por este gobierno en
materia de trabajo tratan de contentar al llamado establishments, que siempre ha presionado a todos los gobiernos, pero que hoy está
consiguiendo lo que siempre han deseado y que nunca han obtenido a tan bajo
costo: el debilitamiento del mundo del trabajo a fin de aumentar sus rentas.
Una injusta crueldad que sólo un Estado fuerte y firme puede contener y
revertir.
Pero no sólo constatamos esta insensibilidad social en la Monclóa,
quedémonos en nuestro municipio: Castelló y su equipo de gobierno se negaron el
año pasado a crear un Plan de Empleo de Urgencia, acogidos a una interpretación
legal que prácticamente sólo en este Ayuntamiento se puso en práctica en su
coercitivo artículo sobre “la necesidad y urgencia”. Se gastó dinero en todo, en cualquier cosa, menos en aliviar el más
grave problema social de nuestra ciudad. En todo, pero en dar trabajo no.
Hoy, el paro suma y sigue en la comarca y en su capital, mientras
nuestro Ayuntamiento presenta un superávit de 5,2 millones de euros. Para
nosotros no hay duda, este dinero debe tener un destino social concreto:
políticas activas de empleo. Ellos, el equipo de gobierno, dicen tener buenas intenciones, pero se
niegan a aceptar nuestras buenas intenciones que, creemos, son directas y
concretas, poniendo a la Empresa Municipal como gestora principal de los
recursos para destinarlos a la base de esa pirámide de parados que se agranda
día a día.
“Cuando yo gobierne, bajará el paro”, dijo
Rajoy el 10 de enero del 2010. Su mentira, con más
de 6 millones de parados, nos obliga, con indignación y amargura a dedicar el
Día del Trabajador, a los parados, en un triste 1º de mayo. Sólo esperamos que
en nuestra ciudad, el equipo de gobierno del PP no esté contagiado del mismo
virus que distorsiona la visión de la realidad y se empecinen en no atender con
urgencia y eficacia el mayor problema que los rodea por los cuatro costados: el
paro.
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