Cacahuetes. Foto EPDA Hace quinientos años que los marinos españoles trajeron este alimento a las mesas de la nobleza de nuestro país. Como todo lo que venía de ultramar, era un producto reservado a los más pudientes, que esperaban novedades exóticas para saborear en su mesa. En el siglo XVIII se popularizó el cultivo del cacahuete en Europa y en nuestros días se ha convertido en un producto cotidiano que aporta grandes beneficios a nuestra salud y que también tiene sus riesgos si se consume en exceso.
Habitualmente cometemos el error de considerar al cacahuete como un fruto seco, igual que las avellanas, los pistachos o las nueces, sin embargo pertenece a la familia de las legumbres, concretamente, es de la familia de los guisantes .
Es recomendable consumir este producto de forma moderada, debemos tener en cuenta que unos 50 gramos de cacahuetes no aportarían el 25% de las proteínas que necesita nuestro organismo, al mismo tiempo no debemos olvidar su alto contenido en grasas saturadas.
Los cacahuetes tienen un alto contenido en vitamina E, licopeno y silicio, elementos que benefician el cuidado de nuestra piel. Nos ayudan a mantenerla firme, elástica y tersa. Una forma de evitar su aporte de grasas a nuestro organismo es aplicando aceite de cacahuete sobre la piel.
En la medicina tradicional el cacahuete se ha usado como un potente desinfectante de las vías respiratorias gracias a su contenido de azufre. Este alimento puede consumirse además para atenuar los síntomas de la menopausia ya que contiene estrógenos.
El cacahuete contiene un alto porcentaje de proteínas, cerca del 23% y un 50% de grasas, por lo que su consumo excesivo puede ser una de las causas de obesidad en la población. Un ejemplo de los efectos adversos que provoca su consumo excesivo se da en América del Norte, en esta zona está bastante extendido el consumo de mantequilla de cacahuete, según los especialistas este es uno de los motivos de la elevada tasa de obesidad en estos países. Y es que los aceites que contiene el cacahuete son mucho más calóricos que el resto de las legumbres y los frutos secos por lo que debemos controlar su consumo, sobre todo si estamos vigilando nuestro peso.
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