Salvador Murgui. FOTO EPDA No me lo puedo creer, aunque en
realidad es muy creíble. ¡ADOLFO SUAREZ HA MUERTO! Tres días los medios de
comunicación no han parado de anunciarlo, recordarlo y desde esta tarde a las
15,15 de homenajearlo.
Todas estas reacciones,
lógicas, para “el mejor Presidente del Gobierno”, “un gran
estadista” ¡…! y en este momento me paro frente al ordenador y me
quedo mirando el papel en blanco. ¡CUANTA MENTIRA DIOS MIO! Perdónenme la expresión.
Siento un profundo respeto por
Adolfo Suárez, yo milité en las filas de UCD, en 1979; yo acompañé a Adolfo
Suárez en algunos actos, conservo cartas cruzadas con su despacho de la calle
Antonio Maura Nº 4 de Madrid. La última vez que pude hablar cara a cara con él
fue en la Clínica Universitaria de Navarra, donde atendían a su mujer, y
también me atendieron a mí, y mi metálico corazón. En esos momentos, yo era
Alcalde de mi pueblo, y lo invité a dar una conferencia, pero la mente de D.
Adolfo Suárez, estaba pendiente a toda hora de la débil salud de su esposa
Amparo… después ya le llegó a él su turno con la terrible enfermedad
hasta que ha llegado el final de sus días en este mundo, en este valle de
lágrimas.
Hoy todos ensalzan al hombre,
al político, al estadista, al que hizo posible el cambio… ¿Nadie se
acuerda por qué tuvo que dimitir?, ¿nadie se acuerda de la moción de censura
que tuvo que salvar? ¿Nadie se acuerda de los quebraderos de cabeza que le
produjo el legalizar aquel sábado santo al Partido Comunista?... Nadie sospesa
la altura de miras… de acabar con un régimen vetusto, para introducir a
España en una joven democracia… Adolfo Suarez, creo que jamás pensó en
ganar unas elecciones y gobernar, Adolfo Suarez era el político enamorado de
España, que le devolvió de por vida la más grande de las libertades que
pudiéramos gozar los ciudadanos, la libertad de vivir en una democracia,
conseguida sin traumas, sin rencores, y con miras de un futuro de paz,
olvidando el pasado, reconciliando a todos, y luchando por la unidad de los
hombres y mujeres, dejando atrás banderas que dividen y luchas insensatas.
¿Y quien mató las ilusiones de
aquel joven político que lo dio todo por España? ¿Quién desvaneció la autoridad
de un hombre capaz de unir a los de ayer y los del mañana? ¿Quién resquebrajó
la ambición y el reto del futuro por la amargura de la derrota…? ¿Quién?
Los suyos, los más cercanos, los que ambicionaban los carismas mejores, sin
ellos, ser capaces de ilusionar a un pueblo hambriento de vida, y sediento de
toda clase de libertades políticas.
Nunca entenderé a aquellos que
quieren ser más que el otro, nunca aplaudiré al que por ambición y solo por
ambición pone en práctica el “quítate tú, para ponerme yo”, y
tampoco nunca jamás estaré al lado de ese “temerario” que es capaz
de romperlo todo, para salirse con la suya, demostrando la poca valía que
alberga en su interior.
A cada uno de nosotros, Dios,
(para aquellos que crean en Él), la naturaleza (para los más agnósticos) o la
diosa Fortuna, nos da una serie de virtudes para explotar, desarrollar, o
demostrar que las tienes… y los más generosos, hasta las ponen en
práctica para servir a los demás; pero lo que nunca podemos es, ni medirnos ni
compararnos con el otro, que teniendo iguales, mejores o peores cualidades, queremos
ser iguales a él, solamente por la ambición de ser más que él.
Adolfo SuÁrez sufrió en sus
carnes esa ambición, lucho, fue fuerte, valiente, tenaz, pero de poco le valió
su vital entrega a favor de la DEMOCRACIA Y DEL FUTURO DE ESPAÑA. Después de
UCD, ya no ganó más elecciones; jamás volvió a ser ni Ministro, ni Presidente
del Gobierno… el tiempo sepultó su historia.
Hoy, ante su cuerpo sin vida,
salen las corbatas negras de los actuales políticos ensalzando, loando,
aplaudiendo al primer Presidente del Gobierno de la Democracia; hoy, ante su
cuerpo sin vida. ¿Nadie piensa que la experiencia de este hombre hubiera sido
clave para no tener esta crisis… luchar contra lo insalvable, o asesorar
al que no sabe? Hoy estamos reaccionando ante un hombre que el mundo juzga
como uno de los hombres más limpios y nítidos de la historia de España, capaz
de devolver la ilusión a muchas generaciones, las que vivimos las décadas de
los 70, los 80 los 90 y el 2000.
Pero Adolfo SuÁrez se ha ido
como nos ha dicho el Cardenal Cañizares, con mucha paz, arrepentido, pidiendo
perdón, reconciliado con Dios y con los hombres, con esos hombres que lo
apartaron de una forma banal y despiadada de ese imperio de orden y democracia
que él y los suyos fueron capaces de engendrar.
La otra noche hicieron un
documental sobre su vida… sobre su familia, aquellos años, sobre el 23
F, y me quedé con varias frases que anoté de esa película; en un momento
concreto, su mujer Amparo temiendo alguna infidelidad le dijo “No me apartes
de tu vida” a lo que él respondió con mucho amor: “-Contaré
siempre contigo”; En otro momento dijo una frase que me pone los pelos
de punta “Espero que impere la disciplina sobre el orgullo”, a lo
que su mujer le contestó: “A veces te pasas de optimista”.
Efectivamente, la disciplina en
aquel momento no imperó sobre el orgullo; pero hoy en Marzo del 2014, puedes
tener el orgullo de que todos los disciplinados te recordamos, porque has sido
Maestro, Alumno, Catedrático y Doctor, en el arte de devolver al pueblo la
serenidad y concordia, porque has sembrado la paz en los corazones, porque tu
sombra ha imperado más que los gritos de aquellos que te quisieron destronar,
porque tu estela siempre será recordada como un astro que puso a España en el
lugar que le correspondía, y porque tú y solo tu ADOLFO SUAREZ, supiste ganarte
como pasaba en el pueblo Romano, la “Auctoritas” que era una forma de legitimación social
que procedía del saber, de la valía, una capacidad moral para emitir opiniones
cualificadas que eran valoradas por la comunidad; y por otra parte la
“potestas” que hacía referencia a la capacidad legal para tomar
decisiones; al cargo o al liderazgo formal. De ahí que aun resuene en muchos
oídos aquella frase tuya tan generosa que nos hizo a todos más dinámicos:
“puedo prometer y prometo…”, y todos creímos en tus jóvenes y
varaderas promesas. Hoy la historia te está dando la razón.
Marcha
en paz, buen hombre, buen político, buen esposo y seguramente mejor padre.
Reúnete con tu esposa, con tu hija, con aquellos hombre buenos que estuvieron a
tu lado, como el también olvidado Cardenal Tarancón, y una vez estéis todos
juntos, desde el más allá desde la otra vida, enviad a éste mundo un poco de
criterio para que antes de caer en el día de las alabanzas, aprendamos todos la
lección de respetar a los lideres, amar a los que nos lo dan todo a cambio de
nada, y sobre todo a no dejarnos engañar por los hechiceros del poder, que solo
buscan su poder en detrimento del bien común y de no respetar a los demás.
Gracias,
amigo. Gracias, Presidente. Gracias, ADOLFO SUAREZ.
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