Ana Gómez Miles de millones de personas viven sin agua potable. Un
bien tan preciado y escaso es todo un lujo en numerosos rincones. Resulta
especialmente significativo que sean los grupos marginados los que sufren
discriminación cuando intentan conseguir acceso al agua potable que necesitan y
gestionarla.
En Valencia el año pasado Cruz Roja pagó 500 suministros de
agua a familias en situación de extrema vulnerabilidad. Sus circunstancias son
dramáticas porque algunas estaban amenazadas por el corte de suministro y en
algunas ocasiones, las familias ya no disponían de agua en su vivienda y tenían
que apañárselas acudiendo a las fuentes de la ciudad.
La brecha es grande sin irse lejos, pero es todavía más
grave en casos de emergencias. Estos días nos resulta remoto lo sucedido en
Mozambique. Hay más de 600.000 personas afectadas por el desastre y más de
400.000 desplazadas tras el paso del ciclón Idai en Mozambique. Pues bien, el
trabajo en el ámbito de agua y saneamiento es fundamental, para evitar la
aparición de enfermedades o epidemias, como diarrea, hepatitis, cólera o
malaria (endémica en el país) y hasta allí se desplazan estos días
especialistas para suministrar agua potable a las víctimas.
Admiro a las personas que forman parte de estos equipos. Y
además, en Valencia presumimos de tener a especialistas con gran experiencia en
estos casos. En camino tenemos esta vez a Carlos Ortega, voluntario valenciano,
que estará al frente de la ERU (Unidad de Respuesta en Emergencias) de Agua y
Saneamiento. Desde aquí, mucha suerte en esta misión internacional.
Por último, con motivo del Día Mundial del Agua que se
celebra el 22 de marzo cabe recordar que el agua es un derecho humano para
cualquier persona, sea quien y sea y esté donde esté.
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