Anna Ferrer continúa el legado de un trabajo que empezó Vicente Ferrer./ fvf Más allá de nuestras fronteras se libran otras batallas para erradicar la pobreza. En 2019 la Fundación Vicente Ferrer cumplirá 50 años de ese trabajo en el sur de la India. Una labor muy dura, iniciada por Vicente Ferrer, que junto a su esposa, Anna, consiguieron levantar una serie de pilares en los que se cimentó el sueño de cambiar la realidad de millones de personas.
En ese recorrido, gran parte del trabajo se realiza para modificar la vida de las mujeres. Y en ese campo, Anna Ferrer, se puso manos a la obra para levantar cada ladrillo a pesar de las dificultades, de los obstáculos de una cultura que sostiene hechos difícilmente comprensibles desde esta parte del globo terráqueo.
“Al principio no podía ni dirigirme a las mujeres, tenía que comunicarme a través de sus maridos. No fue hasta 1982 cuando nos dieron esa libertad. Así empezamos un sector en la FVF dedicado a las mujeres, y no empezamos con llamamientos a la Igualdad, sino con cosas más básicas, empezamos intentado escolarizar a las niñas, y poniendo el acento en la higiene”, sostiene Anna.
De eso hace treinta años, y ahora, se puede hablar de cualquier tema, de violencia, de igualdad, excepto de un tema, el sexo. “Mujeres que no salían de casa, y hoy hablan desde el escenario, de igualdad, de su progreso”.
Y eso es mucho avanzar. “Hay que hacer mucha concienciación, y trabajar para conseguir, por ejemplo, la independencia, y eso se consigue desde la educación, como me recordaba una chica hace tiempo”.
Para ilustrar la situación de la India, los, ya de por si, terribles índices de desnutrición y mortalidad infantil, son más frecuentes en el caso de ellas, en una sociedad donde se prioriza a los niños , a los que se considera que son los que deben trabajar y ser útiles.
En la India hay que ponerse a trabajar incluso antes de que nazcan, porque se producen muchos abortos selectivos cuando se sabe que lo que viene es una niña. “Ese es uno de tantos temas en los que trabajamos. Hay muchas campañas, pero es tan grande la India, que hacen falta tantas, y tantos talleres sobre este y otros asuntos, que es difícil llegar a todos para contarles sus derechos, y conocimiento. Si no sabes qué derechos tienes, no puedes cambiar ni valorar nada, ni sabes lo que progresarías con la educación ni con medicación, ni nada”, explica la presidenta de la Fundación Vicente Ferrer y la responsable de establecer la estrategia de la organización.
Educación, educación y más educación. En la charla con Anna, que se desarrolla en la sede de la FVE en Valéncia, se repite ese mantra, ese maravilloso mantra. Pero hay que pelear por ella. Ahora con el abandono escolar, que en las chicas es mayor que en los chicos. “Hay que recordar que cuando nosotros entramos a hablar con ellos, no querían saber nada de que fueran al colegio. 20 años después ya hay un convencimiento. Ahora hay que pelear para seguir con el bachillerato.Y es muy importante. Mira, ahora las niñas se casan, en la zona en la que trabajamos, con 18 años. Antes era con 11, 12 o 13.”, dice Ferrer, que cree que con esa educación se puede vencer los vetustos y rudos convencimientos que contra la mujer imperan en aquel imponente país.
En el sector de las mujeres, se organizaron los sanghmas que ha resultado la herramienta mas poderosa que hay para el empoderamiento de las mujeres, espacios de liderazgo en los que no solo desafían conductas tradicionalmente aceptadas como la violencia de género o la prioridad del hombre en el orden de alimentación del hogar, sino que pueden acceder a préstamos para crear a sus propios negocios. “Nuestro objetivo es que funcionen de una manera independiente. En este momento solo son un 30%. En cinco años, debería ser el 80%”, revela la señora Ferrer.
Hay otro colectivo que es apartado tradicionalmente, como es el de la viudas, porque cuando se mueren sus maridos, casi nadie de la familia les acoge en sus casas, y se quedan en una situación marginal siendo ademas muy jóvenes y con hijos a su cargo. En algunos casos se ha llegado a extremos como la práctica del sati o quema de viudas, un acto público en el que la viuda se arrojaba viva a una hoguera en la pira funeraria del difunto marido. Actualmente la práctica del sati está abolida en la India.
Hay viudas y familias que en muchos pueblos que se vieron beneficiadas por el acuerdo que firmaron con 22 cooperativas valencianas (a través de la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana) para la construcción de casas, y que como es preceptivo están a nombre de la mujer de la familia. “En esta sociedad donde la mujer no poseía propiedades, es un gran paso que el 100% de las casas estén a su nombre en las zonas donde hemos trabajado, tienen sus propias cuentas bancarias, y pueden destinar el dinero para sus familias, cosas que los hombres no se suelen hacer.
Ahora con las cooperativas se va a levantar una escuela. Se han involucrado hasta 27 en esta ocasión. Un ejemplo de lo que engancha esta Fundación, creada por el filántropo Vicente Ferrer, aquel que ejercía de valenciano sin serlo, honrando la tierra de sus padres que sí lo eran, y para el nada era inviable ni imposible.
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