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Cientos de personas en la Romería de Segorbe a la Cueva Santa
Se mantiene la devoción a la patrona de la ciudad y de la diócesis
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RAFA MARTIN - 06/10/2018
Los romeros esperando la salida del viacrucis
Cientos de personas han
participado hoy en la tradicional romería oficial de Segorbe al santuario de su
patrona y de la diócesis, Ntra. Sra. de la Cueva Santa, cuya celebración se
reserva para este primer sábado de octubre.
Las
excelentes condiciones meteorológicas, incluso con excesivo calor (26ºC a las
16:00h) han favorecido la presencia de público en el Santuario aunque no ha
habido tanto como otros años en la salida oficial desde la plaza de la Cueva
Santa de Segorbe, tal vez porque muchos romeros decidieron hacer el recorrido a
primera hora de la mañana, incluso ya desde las 6 de la madrugada, para escapar
de los rigores del sol, iniciando la larga caminata de 14 kilómetros que
separan Segorbe del santuario, ubicado en término de Altura.
Para esos más madrugadores y como viene siendo
habitual, a la 8 de la mañana se sirvió una chocolatá con enseimadas en la
misma explanada que da acceso al recinto mariano, obsequio de la Asociación de
Romeros de la Cueva Santa, que se encargan de organizarlo todo.
Pero para los mayores, el Ayuntamiento organizó un
servicio de autobuses gratuito para llevar a los interesados y recogerlos
después de la procesión de antorchas a la cruz que constituye uno de los actos
más concurridos y destacados de la programación que se extenderá a lo largo de
este domingo.
El culto a la virgen de la Cueva Santa, extendido por
toda la Comunidad Valenciana, se remonta a principios del siglo XVI. La pequeña
imagen de la virgen, cuya autoría atribuye la tradición a Fray Bonifacio Ferrer
(hermano de San Vicente), fue hallada por un pastor en el interior de la cueva,
entonces aprisco de ganado. En el centro de la cavidad
se encuentra la capilla y el altar de la virgen, cuyas obras comenzaron a
realizarse a finales del XVI, sufriendo modificaciones en diversas épocas. Desde
entonces numerosos milagros y curaciones extraordinarias se atribuyen a esta
pequeña imagen que cinco siglos después sigue siendo objeto de devoción de los
segorbinos.