José Aledón
Cruz del Canyamelar Las cruces de término, llamadas “peiróns” en el antiguo Reino de Valencia, son unos monumentos de cantería que constan de un basamento formado por gradas de forma poligonal o circular sobre el que se yergue una columna o fuste, igualmente poligonal o cilíndrica, sobre la que reposa una cruz o un crucificado, generalmente de piedra, siendo también frecuentes las cruces sencillas de hierro forjado. Las más importantes y suntuosas solían estar cubiertas por templetes o casilicios de recia y artística factura.
Son monumentos de origen tardomedieval, sobre todo en las comarcas valencianas, erigiéndose los primeros ejemplares en el último tercio del siglo XIV.
La principal finalidad de estas cruces era marcar la jurisdicción del lugar (ciudad, villa o pueblo) más próximo a ellas. También mostraban la más o menos reciente cristianización de esa tierra en un tiempo en que en la península ibérica había todavía numerosa población musulmana, sirviendo al viajero que llegaba al núcleo urbano de punto de descanso y lugar de oración, propiciando además la acción de gracias en caso de haber efectuado esa etapa de viaje sin contratiempos, por lo cual en muchos lugares de España se las conoce también como “humilladeros”. Igualmente se creía que tales símbolos sagrados protegían a la población de todo mal.
Hay que resaltar que en tiempos donde la seguridad (siempre relativa) se hallaba en el interior de los recintos amurallados o en núcleos de población más o menos compactos, toda salida al exterior suponía un riesgo, por lo que una oración al pie de tales cruces constituía una buena protección ante lo desconocido.
Según el lugar donde estuvieran emplazadas desempeñaban también funciones más terrenas y utilitarias. Así, en tierras de nieves invernales marcaban el inicio de caminos.
Aunque hablamos en plural, en el Marítimo hoy sólo es posible contemplar una de ellas. Es la ubicada en la Plaza de la Cruz del Canyamelar, erigida posiblemente en el último tercio del siglo XVIII, construida en piedra o madera y varias veces sustituida a lo largo de los dos últimos siglos. Sin ir más lejos, la que hoy hay en la mencionada plaza fue colocada en los años 60 del pasado siglo, en sustitución de una anterior que, según tradición oral, fue destruida en 1936.
Algo desplazada del centro de la plaza, se levanta sobre una base octogonal formada por cuatro gradas o escalones que sustentan un pilar, igualmente octogonal, en cuyo capitel troncocónico se pueden ver, labrados en piedra, sendos escudos: el que mira el Canyamelar, ojival abombado, que ostenta las cuatro barras de Aragón y el que mira al Cabanyal, del mismo formato, muestra sobre dichas barras el escudo del Canyamelar, consistente en una caracola dentro de la cual hay una barca de pesca. Sobre el mencionado capitel se alza una cruz de brazos octogonales acabados en punta de diamante.
¿Cuáles fueron las otras cruces del Marítimo histórico, hoy desaparecidas?
En primer lugar, la de la playa del Grau, que se ve reflejada en la pintura de Pere Oromig, de 1613, en la que se representa la expulsión de los moriscos por el embarcadero de dicha población. Cumplía esa cruz con todos los requerimientos que se exigía a las de su clase: proteger tanto a los graueros de los innumerables peligros que vinieran por el mar como, por la misma razón, a los viajeros que embarcaban. Mostraba además en caso de inundación o temporal la ubicación del precario embarcadero de madera.
Otra cruz de término desaparecida pero de la cual tenemos, afortunadamente, un testimonio gráfico es la del Cabanyal, situada frente a la iglesia de N.S. de los Ángeles. En esa foto sólo se ve con claridad la base y la columna, distinguiéndose vagamente una cruz de hierro adornada con flores o plantas.
Si seguimos la lógica existente en la erección de las cruces de término en las culturas medieval y barroca, es decir, la de situarlas a la entrada de las poblaciones y siguiendo el eje sur-norte, nos faltan: a) una cruz a la entrada del Grau desde la ciudad de Valencia (está la cruz medieval de la Avenida del Puerto, pero nos parece muy alejada del núcleo urbano – el Grau, el Canyamelar, el Cabanyal y el Cap de França apenas tenían término municipal – como para tenerla en cuenta a esos efectos), b) otra a la entrada del Canyamelar desde el Grau, y c) otra al final del Cap de França (actual Avda. de los Naranjos), ya que la en su día existente frente a la iglesia de N.S. de los Ángeles (en los terrenos del Cap de França) marcaba el fin del Cabanyal y el comienzo del prácticamente olvidado – que no desaparecido – barrio del Cap de França.
Algo que nos sugiere también la ubicación de las mencionadas cruces es – aparte de su misión demarcadora y devocional – una utilísima función durante las frecuentes y peligrosas inundaciones que cada año sufrían, en más de una ocasión, nuestros barrios marítimos, pues, aparte de estar éstos situados a nivel del mar, las periódicas avenidas del Turia, cuya desembocadura estaba, hasta mediados del siglo XIX, a la altura de la estación de ferrocarril del Grau, anegaban por completo la zona cuando se daban conjuntamente con temporal de Levante.
Esas cruces mostraban la proximidad de las entonces caudalosas acequias del Riuet, de Gas, los Ángeles y la Cadena evitando, por tanto, desgracias sin cuento.
Es una verdadera pena que no se hayan conservado o reconstruido esas históricas cruces como sí ha ocurrido con ese símbolo del Canyamelar sito en la plaza que lleva su nombre.
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