Leopoldo Bonías
Recuerdo la conferencia que dio en Valencia, en un congreso internacional de policía organizado por el ayuntamiento, Louis Anemone, el que
fuera jefe del Departamento de la Policía Metropolitana de Nueva York entre
1995 y 1999. Me impresionaron sus dotes didácticas y su capacidad para destilar
pasión por la profesión de policía durante toda la conferencia.
Explicó el espectacular descenso de la
criminalidad obtenido en la capital neoyorkina poniendo en práctica lo que se
ha denominado la “teoría de los cristales rotos” en donde se hacía hincapié en
el entorno urbano para crear una percepción de seguridad subjetiva en los
ciudadanos en proporción inversa a la sensación que dichas medidas causaban en
los potenciales delincuentes mediante la limpieza en las calles, iluminación
adecuada, ausencia de residuos, etc..
La llegada de Rudolph Giulianni a la
alcaldía de la ciudad de los rascacielos conllevó la implantación de lo que se
denominó la policía de proximidad al regresar al patrullaje a pie, devolviendo a
los policías el orgullo de patrullar las calles en contacto con los ciudadanos
dejando de ser esclavos del teléfono de emergencias 911 al que les había
abocado el patrullaje únicamente en vehículos.
Me llamó la atención sobremanera que el jefe Anemone
compareciera vestido con el uniforme de la Policía Metropolitana de Nueva York
y no porque en sí misma se tratara de una conducta extraña, sino porque
acostumbrados como estamos a ver evitar
vestir el uniforme a la mínima ocasión que se nos presenta, no suele ser
habitual ver dar una conferencia – y menos en un país extranjero – con el
uniforme reglamentario.
Me ha venido a la cabeza Louis Anemone al encontrarme recientemente
con un mando de la escala superior de la
Policía Local de un importante municipio de la Comunidad Valenciana que ha
estado casi 20 años de jefe en otros de menor entidad. La conversación acabó
indefectiblemente hablando de temas policiales.
El hombre, con mas de 35 años
en la Policía Local, tras afirmarme “yo estoy en la Policía porque quise estar
en esta profesión y no en otra”, me contó una anécdota que le ocurrió no hace
mucho. Resulta que le han asignado un destino donde no tiene que llevar el
uniforme y fue visto fuera de su lugar de servicio por un concejal del
ayuntamiento que rápidamente contactó con el jefe del Cuerpo, el cual, en lugar
de contener y tranquilizar al edil manifestándole que los miembros de la Escala
Superior prestan servicio en horario full time y si se había ausentado de su lugar de servicio el asunto no tiene
mayor importancia porque también realiza otros servicios fuera de la jornada
asignada, procedió a llamar inmediatamente a mi compañero para pedirle
explicaciones.
Lo hizo visiblemente molesto, hasta el punto de indicarle que no iba a
tener más remedio que ordenarle ponerse el uniforme si se repetían hechos
análogos con un tajante “ya estás advertido” como si el ponerse el uniforme
fuera un castigo para mi amigo. Mi compañero le manifestó al jefe que al día
siguiente operaban a su madre y no había solicitado permiso retribuido por
enfermedad familiar e iba a utilizar una licencia de libre disposición.
Se quedó esperando la respuesta de un hombre justo, que no debió de ser otra que decir: “muy bien. De la misma que no tolero que
realices actividad alguna en horario de servicio por escaso tiempo que
utilices, ahora mismo llamo para anularte el día de libre disposición que has
pedido y en su lugar te pongan permiso por enfermedad familiar”. No fue
así, antes al contrario y sin
interesarse lo más mínimo por la gravedad de la dolencia que padecía la madre
de mi amigo y con comentarios inadecuados tratándose de un familiar de primer
grado de éste le dijo; “No me vas a
conmover”.
El jefe de esta gran ciudad no es que sea mala persona, pero
quizás le vendría bien una clase particular de Louis Anemone donde le explicase
que el horario de 8 a 15 horas de lunes a viernes puede ser bueno para un
oficinista de un banco pero no para los miembros de la Escala Superior de la Policía Local.
También le podría ser de utilidad la lectura del poema el
Sitio de Breda de Calderón de la Barca. El contenido de alguna estrofa puede
ser muy ilustrativo cuando tenga que amonestar a policías que visten con
orgullo el uniforme que con sus méritos y sus deméritos portan, como la que
dice así;
“Nunca la
sombra vil vieron del miedo
y aunque
soberbios son, son reportados.
Todo lo
sufren en cualquier asalto,
Sólo no
sufren que les hablen alto”
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