Voluntarios de la quinta edición de conFusión, entre ellos uno de los creadores de la cita, Riccardo Toto (primero por la izquierda), posan ante un mural pintado el año pasado. EFE Surgió de la mano de tres estudiantes
italianos que querían compartir su arte y su forma de entender el mundo
y, un lustro después, se ha consolidado como una cita cultural en la
que, durante un fin de semana de octubre, todo un barrio se transforma
en escenario de propuestas artísticas de todo tipo.
Se trata de Benimaclet conFusión, que este fin de semana desafía al mal
tiempo para reunir en este barrio de la periferia de València un total
de 275 propuestas artísticas gratuitas -desde murales urbanos a
talleres, conciertos de música, exposiciones o recitales de poesía- en
73 espacios, como calles, locales e incluso casas particulares.
El conFusión "ha crecido en calidad, en personas que hacen que suceda y
que se involucran", explica a EFE uno de los cofundadores de la
iniciativa, Riccardo Toto, quien precisa que la idea inicial era
"compartir unas ideas, una visión del mundo, juntar cosas y crear una
confusión", más que hacer un festival.
La edición de este año, que espera reunir como cada cita entre 5.000 y
10.000 personas, ha sido posible gracias a la implicación de mil
personas de una veintena de países diferentes y 3.000 horas de trabajo,
mientras que si se suman los proyectos que se han promovido en este
lustro salen más de 1.200.
Toto destaca que el inicio "fue una chispa" que buscaba que la gente se
sintiera creadora y hace hincapié en que todas las personas que
participan, desde los artistas a quienes ceden los espacios, "regalan su
tiempo y sus recursos" para un acontecimiento en el que todo aquel que
lo desee puede expresarse libremente.
"El público es muy agradecido y se crea una atmósfera muy especial, que
es lo más mágico", precisa Toto, quien reivindica que no son "una
marca", sino una "manera de ser" o una "filosofía de vida" que podría
exportarse a otros barrios o ciudades siempre que haya voluntarios
dispuestos a hacerlo.
El conFusión no vende entradas, sino que cada persona acude directamente
a la actividad que elige del programa confeccionado a partir de una
convocatoria que se abre entre mayo y junio, en la que puede apuntarse
todo aquel que quiera compartir sus ideas y creaciones.
"No se cierra la puerta a nadie", aseguran desde la organización, y
destacan que incluso este año acude al conFusión una banda de Egipto,
cuya cantante estuvo en València, conoció el festival y quería "vivirlo
desde dentro".
Compartir, expresión libre, igualdad, inclusión total, participación,
responsabilidad social, comunidad y cooperación son los ocho principios
que animan esta cita cultural, que no solo se limita a llenar de arte el
barrio un fin de semana sino que durante el año organiza también
talleres y participa en ferias.
Esta quinta edición ha decidido no tener logotipo, al considerar que el
concepto de festival se asocia cada vez más al consumo y no a la
experiencia cultural; está marcada por el color verde y ha
descentralizado los espacios de las actividades para que no se
desarrollen solo en el núcleo histórico del barrio.
Quienes acudan a Benimaclet podrán recoger alguno de los 8.000 programas
de mano que se han impreso y adquirir, para ayudar a la financiación
del festival, camisetas ilustradas con los valores que lo inspiran
confeccionadas de forma sostenible en el comercio local y fanzines
hechos a mano que narran cómo se organiza cada edición.
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