Juan Carlos López
Se da por hecho que el deporte es uno de los instrumentos más poderosos para conseguir nuestros objetivos y metas del día a día, como por ejemplo el respeto hacia los demás o mejorar las relaciones interpersonales. Además de ello, el ejercicio físico es fácil de realizar y lo tenemos más a mano de lo que pensamos.
Ya comenté en otro artículo que el deporte nos aporta una serie de beneficios tanto psicológicos y emocionales como físicos que podemos utilizar para eludir las conductas de acoso tanto en jóvenes como en personas más adultas.
Durante la práctica del ejercicio físico se produce en nuestro organismo una gran sensación de liberación. En primer lugar y observando el aspecto biológico, se activan y segregan diversas hormonas (como la oxitocina o la dopamina) cuando se trabaja la parte física de nuestro cuerpo, aportando sensaciones de equilibrio y bienestar al liberarse, mejorando nuestra salud. También se produce una oxigenación más óptima tanto en nuestro cerebro como en todas las células de nuestro cuerpo, produciendo un equilibrio en la presión arterial y una regulación de nuestros sistemas internos.
En segundo lugar, existen los aspectos más psicológicos o emocionales, entre los cuales destaca la liberación de frustración, el estrés, la ira, la rabia, la desconfianza en uno mismo, el miedo, etc... Y en tercer lugar, hay que tener presente que la realización de un deporte mejora la autoestima, pues genera en uno mismo seguridad y confianza, reforzando así la autoestima y el autoconcepto.
No hay que olvidar que la práctica deportiva se debe efectuar con respeto tanto hacia uno mismo como hacia los demás participantes, con sentido común y sobretodo con muchas ganas de lograr y aportar disfrute, pues es una especie de “carta del triunfo” para formarse como personas adultas, así como para prevenir y erradicar el acoso escolar. Mediante el deporte los niños aprenden a aceptar a sus compañeros tal y como son, entendiendo que la diversidad es algo normal y necesaria, y también aprenden a respetarlos y a trabajar con ellos y cooperar en equipo para alcanzar objetivos comunes.
Hay que tener en cuenta que los beneficios del deporte frente al bullying sirven tanto para las víctimas que lo padecen como para los agresores, los cuales suelen ser personas con carencias emocionales las cuales emergen en forma de conductas violentas hacia los demás debido a que no han sido acompañados debidamente cuando eran más jóvenes.
A las víctimas, el deporte les ayuda a sentirse cómodos y respetados dentro de un grupo de pares, a observar puntos de vista distintos, establecer lazos y conexiones con otros, a liberar estrés y emociones reprimidas, a trabajar la seguridad en sí mismas y a desecharse de los miedos infundados en sus malas experiencias.
En cuanto a los acosadores, el deporte les hace cooperar con un grupo de iguales manteniendo firme su rabia, dejar de ser líderes obligándoles a empatizar con el resto del grupo, entender el origen de su ira y frustración reprimida para exteriorizarla de una manera más práctica, eficiente y respetuosa y, por último, mejorar su autoestima, pues la agresividad suele surgir a raíz de la falta de la misma así como de las carencias emocionales ya comentadas.
Por último, es importante el tipo de deporte que se debe elegir para cada persona. En el caso de los agresores es conveniente no elegir uno que fomente aún más la acumulación de rabia o la agresividad. También se ha de tener en cuenta el papel de los padres y de los entrenadores durante la realización del ejercicio físico y de las competiciones para fomentar el comportamiento respetuoso
y erradicar las conductas antideportivas.
En conclusión, el deporte es un instrumento perfecto para la eliminación del bullying, siempre que se emplee con sentido común, respeto, empatía y sin violencia.
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