Uno de los famosos stuka que se hicieron tristemente famosos en europa 18 de mayo de 1938. Un extraño avión sobrevuela el cielo de Albocàsser (Castellón). Los lugareños, ajenos totalmente a la Guerra Civil que asola España, miran con extrañeza. De repente, el avión deja caer algo ‘negro’ , así lo describen los testigos.
Los bocasís no lo saben, pero lo que está a punto de estallar en su pueblo es una bomba de media tonelada lanzada desde un Ju 87 A, una aeronave apodada Stuka, que pronto se hará tristemente famosa en toda Europa.
Según el profesor de física de la Universidad Jaume I Oscar Vives, este ataque (junto a otros contra Ares del Maestre, Benassal y Villar de Canes, todos en la comarca de El Maestrazo) forman parte de un siniestro experimento secreto nazi que causó 39 víctimas, y fue ordenado directamente por Hitler para probar el poder destructivo de las bombas de 500 kilos sobre población civil. Su tesis ha sido recogida en el documental Proyecto Stuka, dirigido por Rafa Molés y José Andreu.
Pruebas que apoyen su tesis no existe ninguna, más allá de las conjeturas a las que han llegado ellos. El origen de la teoría es un documento ‘descubierto’ por Vives, un simple conjunto de fotografías hechas por un soldado de la temida Legión Cóndor para comprobar el efecto de las citadas bombas. Es lo que llaman el ‘Informe Függer’, un reportaje fotográfico que salió a la luz en 1980 en un libro publicado por los historiadores alemanes Hans Ring y Karl Ries.
Desde entonces, ningún otro investigador le ha dado la menor importancia a esa imágenes, básicamente, porque no la tienen.
Aunque Vives, Molés y Andreu insisten en que la importancia del documento es que es único, lo cierto es que si no se conocen más es debido a que los archivos sobre la actividad de Legión Cóndor en España se perdieron durante el ataque aliado a Berlín, en 1945.
Y también esto hay que matizarlo, ya que Ring y Ries también utilizaron un informe similar (y que también ha caído en el olvido) para documentar los ataques sobre Fraga (Aragón) el 27 de marzo de 1938 por parte del mismo modelo de avión y utilizando el mismo tipo de bombas. Un dato sobre el que los documentalistas siempre han pasado de puntillas.
La fecha de los ataques puede parecer un detalle, pero es en ellos donde habita el diablo. Lo saben bien los investigadores Luca Molina Franco y Rafael Permuy, autores y editores del libro Stukas en España, publicado en 2012.
Ellos han investigado hasta la saciedad la actividad de los famosos Ju 87 A durante la Guerra Civil analizando los partes de guerra de la Legión Cóndor y el ejército republicano.
Sus documentos históricos demuestran que este modelo de Stuka empezó a operar en España y a lanzar bombas de media tonelada el 18 de febrero de 1938, y que habían actuado nada menos que 16 veces antes de atacar los cuatro pueblos del Maestrazgo. Estos datos, por cierto, también los conocían los defensores de la tesis expuesta en el polémico documental, pero también prefirieron ignorarlos.
Inspirado en hechos reales
Por si fuera poco, aquellos viejos documentos permitían comprobar más allá de toda duda que no habían sido cuatro sino siete los pueblos del Maestrazgo atacados por los nazis (la lista incluía también a Cuevas de Vinromá, Benlloch y Sarratella) y que los ataques no habían tenido lugar entre el 18 y el 31 de mayo como apunta Experimento Stuka, sino entre el 26 de abril y el 2 de junio. ¿Y por que las fechas son tan importantes?
Porque los cineastas solo incluyen los ataques fotografiados en el Informe Függer para mantener la ficción de que era un documento excepcional, cuando la realidad que reflejan los datos de Molina y Permuy es que era un informe rutinario y poco exhaustivo ya que solo analizó algunos de los objetivos.
Pero la tesis de Experimento Stuka (del que lo más que se puede decir es que está inspirado en hecho reales) iba más allá, y pretendía que los pueblos atacados eran idílicos lugares alejados del frente de guerra y que su bombardeo no tenía ningún sentido. Falso.
La zona era un campo de batalla como demuestran los documentos del ejército republicano, que había desplazado hasta la zona a la Agrupación Toral: un mínimo de 15.000 soldados apoyados por artillería y blindados, tantos que lograron frenar el avance de los sublevados.
Paradojas de la vida, los mismos medios que hicieron correr litros de tinta loando el documental se han quedado mudos cuando el engaño ha visto la luz. Incluso algunos han tildado de ‘franquistas’ a los autores de la (verdadera) investigación mientras los autores del documental lo pasean por festivales.
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