Héctor González “Escribir es un acto de amor, y sin eufemismo”, señalaba el
escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. Siguiendo su silogismo, podríamos afirmar
que la Feria del Libro constituye un festival de entrega amorosa, donde cada autor
exhíbe su yo más íntimo y lo comparte con sus lectores. Existe un intercambio de
sentimientos. Una persona (el escritor) los transmite o los genera con sus textos y otra (el
lector), los absorbe y se embriaga de ellos o los rechaza, depende de cómo
penetre en su ser aquello que lee.
La Feria del Libro de València, que concluye este fin de
semana, tiene bastante de venta, de negocio, pero también mucho de
interrelación, ya sea por medio de la lectura o mediante la mirada y las
sensaciones que emanan del lector cuando conoce al autor, cuando le firma una
dedicatoria.
Personalmente, de unos años a esta parte, la Feria del Libro
supone un punto de encuentro. Me gusta descubrir qué amigos y conocidos han
afrontado la dura travesía de engendrar un libro, de dedicar ilusiones,
energía, investigación y mucho tiempo a un proyecto literario. Y de presentarlo y firmarlo en una caseta.
El año pasado Jesús
García Civico, compañero de vicisitudes varias en el pasado y experto en Filosofía del Derecho, presentó
Singular. El título de su novela lo refleja todo. Una vez más, este autor
traslada su particular universo interior a sus obras. Aunque lo conozcas, necesitas en
muchas ocasiones un hilo de Ariadna para retornar a tu mundo después de haberte
sumergido en el suyo. Cuida al milímetro cada palabra.
También hablé con la periodista Amparo Tórtola, cuya novela
Apenas unos segundos recrea la historia de los refugiados españoles que
zarparon desde Burdeos para instalarse en Chile a bordo del Winnipeg, un barco
fletado por el poeta Pablo Neruda.
Este año me he acercado a saludar, y a comprar un ejemplar
de su obra para regalar a una amiga, al filólogo Francisco López Porcal. Su
novela Atrapados en el umbral narra la visita de un profesor francés a
Valencia. Más que lo que ocurre, lo que despierta el interés del lector consiste en
el recorrido que hace por la ciudad. López Porcal ha redactado una tesis sobre
la Valencia literaria, sobre los espacios urbanos que más inspiran al escritor.
Y buena parte de esa información recopilada la utiliza para enriquecer su
novela. Una guía alternativa para apasionados de Valencia.
Y también he podido asistir a la presentación de Mundo de
Valientes, el último libro de la periodista Ami Bondía. Por muchas veces que la
hayas escuchado en sus presentaciones, siempre logra extraerte una sonrisa,
alegrarte la tarde. De sus palabras no es tan importante qué dice, sino cómo lo
dice, de qué modo lo transmite. Con sus gestos faciales y con su tono contacta
desde el primer instante con la audiencia. Más aún, la encandila. De hecho, se nota que ya tiene una
legión de incondicionales, sobre todo mujeres. Ami contagia optimismo y energía que, después y de manera más sosegada, puedes ingerir en píldoras
con la lectura de su obra por capítulos.
Me hubiera gustado acudir también a la presentación de las
dos nuevas novelas de Vicente Raga, el polifacético concejal de Ciudadanos en
Alboraya que igual ejerce de árbitro en una competición de esquí que publica
Las doce puertas y Nada es lo que aparece y consigue que se conviertan en éxito
de ventas por internet.
Para mí, la Feria del Libro de Valencia en los últimos años
la representan ellas y ellos, las personas a las que conozco que afrontan el
reto de extraer un trocito de su interior para ofrecerlo, transformado en
palabras, a quien quiera leerlo. Y no me refiero a autores consagrados. Eso,
quizás, llegue en un futuro no muy lejano para Jesús, Amparo, Francisco, Ami o
Vicente, por seguir poniéndolos como ejemplo.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia