Máximo Buch. /Foto de Vicente Rupérez ¿Cómo llega al Consell?
No lo sé porque el presidente Fabra no me lo contó. No nos conocíamos de nada, me lo ofreció en 2012 y me pareció un honor ser conseller de Economía, ante el que no podía decir que no.
Lo hizo en el peor momento.
Estábamos en una situación muy delicada. Empezamos las líneas ICO de financiación porque llevábamos más de un año de retraso en pago a proveedores, luego salió el FLA, se disparó la prima de riesgo… La crisis total fue en julio de 2012 con la prima descontrolada y apunto de ser intervenidos, después de los 42.000 millones que necesitaron los bancos para su rescate. Y luego vino el riesgo de intervención total por falta de liquidez porque España no colocaba deuda. En otoño, ya salió el FLA como balón de oxígeno para nuestros proveedores.
¿España ha sido justa con el ex presidente Mariano Rajoy?
Habrá tenido sus luces y sus sombras pero cuando uno hace lo que debe, que es recortar gasto cuando no hay más remedio, la gente no lo entiende. Curiosamente, lo asimila en su familia porque se sabe que si te bajan el sueldo o te quedas en el paro, debes gastar menos. Aquí también perdimos las elecciones, aparte de por el cansancio y la corrupción, que a nosotros directamente no nos afectaba, porque la economía estaba muy mal. Rajoy evitó la intervención y eso lo hizo impopular.
¿Sus logros?
Lo que más disfruté fue el emprendimiento del que todo el mundo habla ahora. Arrancó la iniciativa privada, frente a un altísimo paro juvenil. El emprendedor ha de ser valiente, con capacidad de sufrimiento y resiliente, es decir, que si te caes, te vuelvas a levantar.
¿Cuál ha de ser nuestro modelo económico?
Un conseller no puede cambiar un modelo económico porque se transforman desde el Estado. No podemos confiar sólo en la construcción y en el turismo, cuando la industria genera un empleo más estable y mejor pagado. El ejemplo lo tenemos en Ford, que cuando no va bien, nos ponemos a temblar porque genera trabajo directo, especializado y estable y mucho inducido.
¿Y cómo ve a la Ford?
No me gustan las noticias de que se lo estén pensando. En general, el mundo del automóvil está convulso porque hay cambio de uso y de motores. La gente joven ya no quiere tener, quiere usar. Mi mayor ilusión fue que mis padres me compraran un coche de segunda mano cuando me saqué el carnet y, ahora, ninguno de mis hijos tiene coche en propiedad porque se alquilan utilitarios, patinetes, motos, bicis… Hay mucha incertidumbre.
¿Cuándo decide irse de la Política?
Mi objetivo era siempre volver y dimití de diputado porque yo soy un gestor pero no un político de vocación. Lo normal era la vuelta.
Ha vuelto a trabajar con fondos de inversión. ¿Por qué tienen mala prensa?
Es injusto porque es lo que ayuda a que las empresas salgan adelante. Muchas no tienen recursos propios. Las startup necesitan inversores. Y siempre existe el riesgo de perder dinero si nos equivocamos.
¿Sobra profesionalización en la vida pública?
No se le pone fácil el acceso a los no políticos. Hace unos años, las puertas giratorias no eran tan estrictas y menos mal porque nadie que quiera retornar al sector privado debería ser conseller de Economía. Tienes relación con muchas empresas y eso generaría muchas incompatibilidades. Con tanta restricción es poco atractivo. Así que, en general, en Política hay poca renovación y es por generaciones. No existe permeabilidad. Cambiar de trabajo de vez en cuando es bueno porque si no, se te agotan las ideas.
Se avecina un calendario electoral muy potente.
Creo que será cara o cruz y la situación puede ser similar a la andaluza pero Sánchez se ha activado y será muy reñido. Aquí influirá mucho el resultado de las generales y posiblemente se reproducirá.
¿Es más fácil que sea Catalá alcaldesa que Bonig, presidenta?
En València ciudad, el PP obtiene más votos que en las autonómicas y, de hecho, sólo se quedaron a un concejal del gobierno. Siendo difícil en ambos casos, puede que el Ayuntamiento de Valencia resulte más factible.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia