Voro Soler. Llevamos
varios meses en los que “el ruido” en los medios de comunicación, en las declaraciones y en el argumentario político, dificulta
poder acercarse a los verdaderos retos y problemas que debemos abordar en los
próximos meses y años.
La
sociedad en la que vivimos hoy en día se enfrenta a muchos retos inéditos: el
Brexit, una revolución tecnológica con unos impactos que habrá que estudiar con
detalle, la sostenibilidad de las pensiones y de nuestro preciado estado del
bienestar, problemas habitacionales, mercado laboral, mantenimiento de
infraestructuras… España y Europa se encuentran en una encrucijada y
necesitamos establecer un horizonte claro al que dirigirnos todos en armonía.
Debemos ser conscientes de la necesidad de un consenso amplio, con nuestras
diferencias… sí, pero en sintonía.
Estos
retos complejos no pueden resolverse con respuestas simplonas y rápidas.
Necesitamos respuestas concretas y eficaces. Que surjan de una perspectiva
amplia y generosa. Abierta al contraste pacífico de las ideas e intereses de
los demás. Que plantee un modelo de país inclusivo, moderno, progresista, que
dé respuesta a lo que demanda la amplia mayoría de la población.
Podemos
enunciar los retos importantes para los próximos años en los ámbitos económico,
social y político: los desarrollos sociodemográficos, el cambio climático, la
revolución digital, los cambios tecnológicos y la globalización de los
mercados. Debemos asumir estos retos como una oportunidad para modernizar y
abordar reformas estructurales que permitan aumentar el potencial de la
economía española. Sin perder de vista la oportuna redistribución territorial y
social de la riqueza.
En
este empeño, y en el horizonte de la Agenda 2030 debemos ser conscientes que
España no ha avanzado suficientemente en materias tan importantes como el
empleo, la educación, la innovación o la lucha contra la pobreza, que andamos
lejos de alcanzar los objetivos 2020 que marcó la UE en 2009.
Es
necesario “abordar las reformas pendientes con vistas a hacer la economía
española más resiliente (capaz de resistir mejor situaciones adversas) y
afianzar el crecimiento de la productividad”.
Sean
bienvenidas el debate de ideas, propuestas y visiones de país; en democracia
siempre es sano. Pero no lo es la continua gresca política y la falta de
atención a los problemas reales de la gente. Aquellos que se sienten dueños
absolutos de la verdad y que “emponzoñan” el debate, no hacen más que política
de corto plazo con la que persiguen el rédito político inmediato.
En
una cultura verdaderamente democrática, el pacto y la concertación política
deben ser premiados y no castigados. El acuerdo hace que las soluciones sean
más sólidas.
Me
permitirán pues que hoy termine como he empezado…:
“Menos
ruido, y más nueces…”
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