Carlos Gil. No es novedad que vivimos en tiempos de constante convulsión y que las malas noticias inundan nuestros informativos. Parece que, si no se generan lágrimas o conflictos, no hay noticia, por lo que es aún más de agradecer que los medios de comunicación de cercanía se ocupen de esas noticias del día a día que generan cierto optimismo hacia el futuro.
Sin embargo, el Gobierno de España parece ajeno a esta situación de convulsión nacional e internacional en que vivimos y su respuesta viene a ser siempre la misma: "Esto no va conmigo".
Especialmente llamativo, por su repercusión, está siendo el conflicto entre taxis i VTC. Habiendo visto como se han paralizado ciudades como Madrid y Barcelona, parece mentira que el ministro de Fomento no llegue a más que a argumentar que esta no es su guerra. Una vez más, el Gobierno da la espalda a los problemas de los españoles (porque el enfrentamiento entre estos dos colectivos nos acaba repercutiendo a todos) y centrifuga el tema a las Comunidades Autónomas e, incluso, a los ayuntamientos.
El asunto es, en apariencia, lo suficientemente grave como para que haya una regulación, como mínimo básica, a nivel estatal que luego, si se considera necesario, pueda desarrollarse a nivel autonómico. Si cada ciudad tiene una normativa distinta, los usuarios nunca van a saber a qué atenerse, más aún cuando son servicios que se usan, especialmente, en desplazamientos a otras ciudades.
El segundo asunto que nos sobresalta esta semana es la creciente tensión en Venezuela. Digo que sobresalta a la opinión pública porque nuestro presidente del Gobierno está, parece, muy ocupado defendiendo la renta básica y sin tiempo para marcar un posicionamiento de España ante estos conflictos. Sin duda, su opinión está secuestrada por sus socios de moción de censura que ponen estrictos límites a la opinión del Partido Socialista en todo aquello que tenga que ver con su principal fuente de financiación. Y el PSOE se deja.
Nuestro presidente parece muy ocupado en los bolos de su gira internacional (por lo que pueda durar). A cambio, está dejando en segundo plano, como poco, los intereses y los problemas que afectan a los españoles y a muchos residentes en España, procedentes de muchos países sudamericanos, y de Venezuela entre ellos. Cierto es, para dar opiniones como las de Zapatero, es mejor guardar silencio. ¡Que dos patas para un banco!
Y, por último, el tema que más ha sensibilizado a gran parte de la opinión pública que no es otro que el de Julen y la montaña de Totalán. Ahí estamos pudiendo ver a la verdadera España. Un país que sabe movilizarse, que está preparado, que tiene medios y que pone la voluntad al máximo cuando los asuntos son realmente importantes. Julen es solo un niño de dos años que se ha metido, sin conocerlo, en el corazón de todos, pero los cientos de personas que, voluntariamente, están dejando todo su esfuerzo en su rescate son el verdadero ejemplo de lo que España es y significa... Y todo, a pesar de nuestros gobernantes.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia