Ámparo Folgado Cuenta la leyenda que Narciso, por su engreimiento y desprecio a
las ninfas fue castigado por la diosa Némesis, ésta hizo que se
enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente y tan absorto
estaba contemplándose a sí mismo, que acabó cayendo a las aguas.
Desconozco si en el Botánic hay narcisos o los hubo alguna vez,
pero lo que si que tenemos claro los valencianos, es que aquellos que
firmaron un pacto con dicho nombre sufren el mismo destino de
Narciso. Tan absortos están contemplándose a si mismos que olvidan
la realidad y las necesidades del pueblo. Tan convencidos están
todos los que se denominaron “gobiernos del cambio” que caerán
en sus propias aguas.
Porque la realidad es que lo único que han hecho ha sido
contemplarse a sí mismos, nuestros gobernantes del Botànic, de la
Nau o del Pati Rosa se han dedicado a eliminar aparcamientos y
convertir en un caos el tráfico en nuestras ciudades, a pintar de
colorines las calles, adoctrinar, imponer la lengua en la que se debe
de estudiar, hablar y leer en los medios de comunicación.
En esta realidad de nuestros narcisos, las personas no han sido
nunca una prioridad en sus políticas: los valencianos esperan años
en listas de espera para ser atendidos por la sanidad pública, años
en ser valorada su dependencia y siguen habiendo ciudadanos que
duermen en cajeros automáticos cada noche.
Los ciudadanos ya han dicho basta, el cambio comenzó por el sur y
muy pronto, los ciudadanos en toda España podrán expresar el
hartazgo a estas políticas con su voto. Un hartazgo que se verá
incrementado tras el adelanto de las Elecciones Generales, unos
comicios que se podrían haber realizado el mismo día que las
europeas, las autonómicas y las municipales, pero el inquilino de la
Moncloa, afectado también por el Narciso de la mitología griega, ha
preferido cansar a los ciudadanos con dos comicios electorales y
duplicar el gasto electoral.
Yo me pregunto, en qué han mejorado los municipios de l’Horta
Sud en toda esta legislatura, en nada. Nuestras calles están más
sucias, más oscuras y la sensación de inseguridad se ha
incrementado. Nuestros vecinos no han visto ninguna mejora y solo
ahora, porque llegan las elecciones, ven cómo las obras se
multiplican en las calles. Pero en su mayoría son obras
innecesarias, con gobiernos ensimismados que viven de espaldas a la
realidad de la calle y que como Narciso, acabarán en las aguas el
próximo 26 de mayo.
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