Vicente J. Hernandis Nací un 14 de agosto de 1972 en el seno de una familia trabajadora; mi padre alicatador, mi madre regentaba una paquetería, mi abuela era ama de casa y mi abuelo agricultor. Una mañana de verano, tendría yo 8 o 9 años, estaba en el campo con mi abuelo, “Pepico”. Él en sus menesteres y yo jugando con unas cerillas, cuando me sorprendí al oírle gritar “Xe, xe que li pegaràs foc a Espanya”. Después de darme una buena reprimenda me sentó en su regazo, allí en el “marge de la sèquia” y me explicó porque no podía jugar con fuego. Como buen “llaurador”, mi abuelo iba sin su camisa, y me fijé en una pequeña cicatriz que tenía en el torso, a lo que le pregunté: “Iaio, què es aixó que tens ahí?”. Ese día oí hablar de un señor que se llamaba Franco. Un señor que comandaba el bando que al parecer ganó una guerra de españoles contra españoles pero que murió cuando yo era pequeño. Después de eso no recuerdo que me volviera a hablar de ese señor llamado Franco, pero sí recuerdo una cosa, hablaba de él con un cierto temor, pues ya no alzaba la voz, más bien me susurraba su historia. Hoy en día creo que hablar de Franco, de la guerra, de los bandos nacional y republicano, le producía miedo.
Años después me afilié al PP, un partido de “derechas”. Desde entonces no he dejado de oír hablar de Franco. Siempre de parte de la izquierda. Franco aparece cuando se habla de la Ley de Memoria Histórica; Franco aparece cuando se habla de la bandera española; Franco aparece cuando se habla de “represión política” en Catalunya; Franco aparece, ahora que esta de moda, cuando se habla de VOX; Franco aparece cuando se habla de la derecha, esa a la que yo pertenezco; Franco aparece hasta en la sopa. Máximo respeto a todos los que quieren encontrar a familiares muertos en la guerra; máximo respeto a que se abran las fosas comunes; máximo respecto y comprensión a que se les quiera dar digna sepultura.
No sería tolerable tampoco que en España hubiera presos políticos y, no los hay. Lo que sí que hay son políticos presos, pero no por sus creencias, sino por sus fechorías. Máximo respecto cuando se habla, no solo de VOX, sino de cualquier partido político, siempre y cuando esté dentro de la legalidad. Y digo yo, si mi abuelo ya me dijo que Franco se murió cuando yo era pequeño, ¿por qué se sigue hablando tanto de Franco?. No quiero que se me malinterprete, pero ¿saben aquello de que un perro ladra y muerde cuando se vé acorralado o tiene miedo?. Pues creo que es lo que le pasa a la izquierda.
Como si la izquierda necesitara a Franco para armar su discurso cuando sus políticas ya no convencen. Pero, Franco ya esta muerto, y hablar de él ni crea puestos de trabajo, ni soluciona los problemas que tienen los inmigrantes, ni sube las pensiones, ni mejora la educación, ni ataja el problema catalán, ni alivia las listas de espera en sanidad. Es curioso como mucha gente, de izquierdas, habla de él sin parar. Es curioso como mi abuelo, que sí vivió y padeció la guerra y la dictadura, nunca más me habló de él. Por cierto, ¿saben eso que tenía ahí mi abuelo? Era una herida de bala.
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