Las obras que componen esta muestra han sido elaboradas en los últimos tres años de trabajo, tras finalizar mi exposición en el Museo de Bellas Artes de Murcia (MUBAM), “VIAJE DE IDA Y VUELTA”, 2015, . No pretenden ser ilustraciones tradicionales de botánica, pero sí que hacen referencia a la naturaleza, al paisaje en el que resido desde hace años (El Garruchal, Murcia). Tras pasear por los senderos, campos y montañas de este paraje subdesértico, dibujaba apuntes del natural.
“En las ciencias naturales, los dibujos han tenido una gran importancia. En botánica, las láminas de plantas con sus hojas bellamente expuestas y los detalles de las flores y de los frutos no sólo son una imagen que a muchos nos parecen especialmente bonitas, sino que a menudo son útiles o casi imprescindibles para la identificación de las especies. Tal es su importancia que no se concibe la descripción de una especie de vegetal sin uno o varios dibujos que muestren claramente los caracteres diagnósticos”.
Mis pinturas tienen un cierto rasgo característico de este tipo de dibujos: una vocación que va más allá de la clasificación científica, que también la emula a veces, pero transformada en composiciones plásticas que rozan la abstracción, para jugar con la mirada de los espectadores y para abrir la puerta a otras dimensiones del acto creativo. El proyecto de trabajo recrea la flora, pero abriendo el objeto elegido (observado), a mis emociones, vivencias e ideas, que afloran, nunca mejor dicho, durante el trabajo en el taller, con la inestimable ayuda de la música, que siempre me acompaña, y de la poesía leída. La música y la poesía han sido una especie de enzimas favorecedoras de las experiencias plásticas en estos tres últimos años.
Durante la visita guiada de un grupo de amigos del museo, en respuesta a una pregunta, gasté la broma de que, después de seis años pintando paisajes, pensaba dedicarme a pintar flores. Y así fue, pero nunca imaginé que el trabajo con las flores se prolongaría tres años. Comencé con representaciones de marcado carácter expresionista (como me pasó en los paisajes de “Viaje de ida y vuelta”), y tras varios meses de trabajo, volví a desembocar en los modos y formas del expresionismo abstracto. No son flores, son gritos. No son flores, son poemas. No son flores, son músicas diferentes y emociones encontradas, y son graffittis espontáneos hechos para decorar las paredes soñadas. En definitiva, es pintura (porque me gusta pintar, manchar, mezclar). Y de nuevo experimento con las formas de representación de las percepciones que han acompañado mis paseos por el campo y la montaña, o la contemplación de la flora de la zona en la que vivo (el Garruchal), o la necesidad de volver a dialogar con las emociones con la excusa del tema, investigando, arriesgando, jugando con los materiales. Viajando hacia dentro…
El resultado de estos tres últimos años de trabajo se puede contemplar, a partir del 4 de marzo, en las salas delMuseo de Ciencias Naturales(Jardines de Viveros), porque ese Museo de titularidad municipal, que se encuentra ubicado en el espacio del edificio racionalista del arquitecto Luis Gay, restaurado y adaptado como centro para la conservación, estudio y difusión del rico patrimonio científico y natural de Valencia, era el mejor espacio posible para el primer encuentro con las espectadoras y espectadores. ¿Hay un espacio mejor para disfrutar de las “flores”?
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