Cuando se nace con dificultades en el
desarrollo, no sólo es importante la intervención y la atención al
niño sino también a su familia y entorno, explica M.Gracia Millá,
codirectora del
Máster
Propio en Desarrollo Infantil y Atención Temprana de
la Universitat de València.
«Nadie está
preparado para tener un hijo con discapacidad o con trastornos del
desarrollo. Lo primero que tenemos que hacer es tener una escucha
activa para ayudar a las familias a tener un ajuste de expectativas
respecto del niño que acaban de tener o del diagnóstico que acaban
de recibir. Tienen que vivir el duelo del hijo que no han tenido y
asumir que tienen otro. Pueden incluso darse conductas de negación,
exclusión social, de rechazo, complejos de culpabilidad, etc. Por
eso es tan importante la intervención familiar desde el principio»,
asegura Millá. En ese sentido, «el tratamiento con las familias es
tanto o más importante que con el niño», concluye.
Una atención
«fundamental»
«Con
una buena intervención en atención temprana, para los niños que
nacen con factores de riesgo o los que tienen alguna discapacidad,
pueden evitarse muchas dificultades en el futuro», subraya la
experta. Como ejemplo, apunta a los casos de síndrome de Down o a
los de autismo, que anteriormente tenían muchas más dificultades en
el ámbito social, educativo, personal, etc. Hoy, gracias a este tipo
de tratamientos que van desde los 0 a los 6 años, la situación es
completamente distinta y se consigue un mejor desarrollo y una plena
inclusión, asegura M.Gracia Millá.
Un sistema
plástico y moldeable
El
ser humano nace con un sistema neurológico plástico y moldeable. En
ese sentido, el cerebro de los niños pequeños puede mejorar en
función de cómo se trabaje con él. «Lo que hacemos en atención
temprana parte de una fundamentación neurobiológica y científica.
Si esas estructuras nerviosas se trabajan desde el nacimiento se
pueden llegar a modificar», explica Millá.
Este tipo de
tratamientos comenzaron en España en la década de los 80,
importados de EEUU. Era lo que entonces se llamó estimulación
precoz, que hacía referencia solo a tratamientos neoconductistas de
estímulo-respuesta. Afortunadamente –recuerda Millá– con los
años se amplió y la atención temprana actual incluye metodologías
más naturalistas y con intervención sobre el niño, las familias y
los entornos. Además, uno de los rasgos más importantes de este
tipo de tratamiento es la personalización. «Con cada niño,
dependiendo de su patología, se plantea un tratamiento totalmente
individualizado, para él y con su familia», explica.
Una formación en
un momento de expansión
La
publicación del Libro Blanco de la Atención Temprana en el año
2000 supuso un punto de inflexión en la atención en esta materia.
Fue entonces cuando comenzó a formarse especialistas y la
Universitat de València puso en marcha el
Máster en Desarrollo Infantil y Atención Temprana,
que este año celebra su 18ª edición. Una formación «puntera e
imprescindible para trabajar en el ámbito de la atención temprana y
el desarrollo infantil», asegura su codirectora.
La atención
temprana que vive hoy un «momento de expansión y de mayor
sensibilización» en la Comunitat Valenciana, según explica
M.Gracia Millá. En los últimos tres años, ha aumentado un 70 por
ciento el número de plazas de atención temprana y un 73 por ciento
la financiación a esta partida.
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