Manuel Sierra Tamarit. FOTO EPDA En cualquier partido político cohabitan, simplificándolo en exceso, dos facciones; una conservadora y otra más progresista.
Para que los progresistas se impongan a los conservadores en un proceso interno, se tienen que dar varios requisitos. Disponer de un líder carismático, programa que le respalde y la suficiente mano izquierda para atraer a militantes, que si bien están dispuestos a votar a la opción progresista, nunca lo harán si sospechan que la victoria de este sector, pueda poner en peligro la estructura del partido.
Borrell lo consiguió en 1998 y muchos ahora, quieren comparar esa victoria con las posibilidades del otrora secretario general y actual candidato, Pedro Sánchez, aunque las diferencias entre el catalán y el apuesto madrileño, a mi juicio, son evidentes. Sánchez no tiene la talla intelectual de Borrell, ni es carismático. Su gran belleza, incuestionable, no puede suplir sus limitaciones como orador o sus grandes lagunas ideológicas, que le hacen pasar del socialiberalismo a la Internacional, con una facilidad pasmosa, casi sin inmutarse.
El siguiente punto para que el candidato progresista gane al conservador, es el programa. En este aspecto Sánchez, ha hecho bien los deberes y ha elaborado un programa socialdemócrata completo y se ha rodeado de dirigentes de reconocido prestigio. Por aquí bien. El último punto para conseguir ser el candidato perfecto del sector progresista, es atraer a militantes más moderados, más allá de los ya de por sí dispuestos a votar al progresista. Aquí Sánchez suspende claramente. Le queda el aprobado lejísimos. El candidato progresista tiene que transmitir templanza, respeto al pasado del partido y al contrincante conservador. Desde la revancha y el odio es imposible ganar. Te pueden jalear los convencidos, pero si no atraes a ese militante más moderado e incluso lo movilizas para votar en tu contra, te quedas sin opciones.
Sin duda el Borrell de estas primarias pudo ser Patxi López, aunque la irresponsabilidad de Sánchez volviéndose a presentar, le allana el camino a la candidata conservadora, que tiene a su servicio el mayor poder orgánico de la historia de las primarias internas de un partido. Sánchez puede quedar por delante de López, pero no puede ganar a Díaz, en cambio López corrige los errores de Sánchez, para ser, el candidato progresista que gane al conservador, ya que respeta el pasado del partido y a sus contrincantes y atrae al militante más moderado, que no le importa votar al progresista si no pone en juego la organización. Por todo lo mencionado le pido Sánchez que nos dé una oportunidad a los militantes progresistas y que respalde la candidatura de López, ya que como dice el eslogan de este último, #ConPatxiGanamosTodxs
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