Regina Llavata./ epda Los cimientos de la política están mutando en la sociedad de la posverdad. La política que hace años aburría en silencio hoy es cansina en las redes sociales y en los platós de televisión en forma de “política aumentada”.
En las propuestas gana el postureo frente a medidas plausibles que piensen por y con la ciudadanía.
La sociedad tiene la necesidad de encontrar una aguja en un pajar, diferenciar en la palabrería de este show mediatizado, las palabras que aporten algo sensato y útil que dé respuesta a las necesidades y los retos que tenemos que afrontar en cada ciudad, propuestas amables que escuchen y entiendan la finalidad.
Lo racional está en horas bajas, la política emociona para no pensar, de las propuestas se ha pasado a la propaganda, de la verbalidad a la verbosidad. De hablar de proyectos sobre sanidad, educación, bienestar social o pensiones se ha pasado a hablar sobre banderas e identidades.
Con esta política aumentada necesitamos “indicadores de verdad”, elementos que identifiquen en los grupos políticos, en las candidaturas, hechos sobre los que basar nuestras decisiones y no errar en la jornada electoral. Hoy puede perder las elecciones quien bien gobierna y ganarlas quien merece perderlas.
Y tenemos dos indicadores de verdad en los que fijarnos para salvar la contaminación de la política aumentada: uno gubernamental y otro electoral. El indicador de verdad electoral es, valga la redundancia, el programa electoral de cada partido: qué propuestas nos ofrecen, si son sobre necesidades y oportunidades que benefician a una mayoría en torno a la justicia social o reiteran el conflicto sobre identidades insoportables y excluyentes. El indicador de verdad gubernamental son los presupuestos municipales: las partidas a las que se ha destinado el dinero público mientras ha gobernado quien ahora se postula de nuevo, lo que ya ha hecho.
Dejémonos llevar por las emociones, pero no descuidemos la razón. Votemos con el corazón sin perder la cabeza. La política aumentada necesita la “política contrastada” para que no nos vendan gato por liebre.
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