Fernando Ntutumu La Nau de la Universitat
de València (UV) ha dado comienzo esta semana a una serie de jornadas de
muchísimo interés académico, social y político. No importa si eres una persona
que se dedica a la investigación, a la actividad pública o al ejercicio
cotidiano de la ciudadanía. En cualquiera de estos casos, el ciclo de jornadas, a
cuenta de la reciente publicación “La Societat Valenciana en Transformació
(1975-2025)”, te interesa. Igual no lo sabes, pero de una manera o de otra te incumbe.
Desde el pasado 5 de febrero hasta el lunes 8 de abril de
2019, siete son las sesiones que la UV ofrecerá sobre las transformaciones
sociodemográficas vividas y por venir, nuestro modelo económico, la
comunicación y la acción política en la Comunitat, el estado del bienestar, un
nuevo modelo social y de género, y la desigualdad en València (“València rica,
València pobre”).
De todos los temas tratados, y de la profundidad con la que son
abordados, hay algo que queda claro: partiendo de la obra coordinada por el
profesor Manuel García Ferrando “La sociedad valenciana en los 90”, este nuevo
trabajo supone una excelente actualización y un ejercicio de lanzamiento de la
mirada, no solamente a pasado, sino también a futuro. En función de la altura
de miras que tenga quien lo lea, 2025 será corto, medio o largo plazo. Lo que
está claro es que esta fecha todavía está del lado del porvenir.
La tarea de dirección del profesor Ariño y la
coordinación de García Pilán tiene un objetivo explícito: lanzar el mensaje a
la clase política valenciana (y española) de que la piedra está en su tejado. El
colectivo investigador, recalcó de una u otra manera mi admirado Joan Romero,
ya ha llegado a un consenso sobre cuál es el camino a seguir, y qué
perspectivas y prescripciones nos atañen; ahora, la voluntad política, la escucha
y la determinación política serán las claves que consoliden o rectifiquen los
cambios que se vienen produciendo durante los últimos años.
La Comunitat Valenciana, quizás por los problemas
de financiación, la corrupción y los problemas de ineficiencia que estos
últimos provocan en el rendimiento institucional de nuestras administraciones
públicas, sumado a cierta falta de ambición pública, han llevado a que los
números, en términos de proyección internacional de nuestra tierra, fueran insuficientes.
En relación con su potencial demográfico, social y económico, la Comunitat
merecería un posicionamiento mucho más relevante en la escala global.
Son muchos las transformaciones que enfrenta la
sociedad valenciana, pero pocas serán las posibilidades de enfrentarlos si les
Corts, la Generalitat, los gobiernos locales y el resto de los poderes públicos
involucrados en la gobernanza regional no atienden a las indicaciones emitidas
desde los centros de pensamiento y grupos sociales involucrados en cada una de
las reclamaciones sociales y económicas.
Tenemos claros el diagnóstico y parte de la hoja de ruta. Ahora solo hacen
falta voluntad y consensos, quizás lo más difícil.
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