Pie de foto El miércoles tuve la oportunidad de asistir a uno de los muchos actos que se organiza en relación al 25 de Noviembre, organizado por el PCPV de Sagunto. Si bien me encantó la ponencia, lo que más me llamó la atención fue una de las preguntas que se hizo desde el público: “¿Qué puedo hacer para ayudar a una de mis amigas que está en situación de maltrato sin que rompa la relación conmigo?”
Su amiga no era consciente de la situación en la que estaba inmersa, había roto los lazos con todas las amistades y relaciones cercanas, y sólo vivía por y para él. El aislamiento es una forma de violencia terriblemente grave y eficaz. Celos, control horario y económico, humillación, preguntas incómodas y ofensivas...un verdadero acoso y derribo para ejercer un poder absoluto sobre la mujer. ¡Todo esto no es amor señoras!
La respuesta nunca es fácil. Es un proceso largo, donde no existe una posición sencilla.
Tal vez debamos empezar con reforzar su autoestima, con sacarla de ese círculo vicioso que le impide ver y vivir; entregarle un apoyo incondicional sin límite, y (si no tiene trabajo), es vital que pueda conseguir uno.
Considero profundamente lamentable tener que dedicar un artículo cada año, porque tenemos más denuncias pero el mismo número de víctimas. Nos están matando y el Estado no reacciona. Acudiremos la manifestación de hoy, y a tantas como hayan, seguiremos denunciando el terrorismo machista, y señalando las prácticas que nos convierten en víctimas. Y debemos, las mujeres, liderar este movimiento.
Terminaré con una comparación que se hizo en este acto y que me parece muy significativa; si cuando era ETA quien amenazaba de muerte a una persona se movía cielo, tierra y mil escoltas para protegerla, ¿porqué no con las mujeres en ese (o mayor) nivel de riesgo?
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