Cosme Herranz. El sábado 14 de enero la
"Asociación Porteña Hogueras de San Antón" organizó la
ya tradicional hoguera porteña en La Alameda con la colaboración de
Iniciativa Porteña. Y ya van 7 años. Porque a los porteños de
Iniciativa Porteña y de la Asociación Porteña Hogueras de San
Antón nos gusta celebrar las cosas en nuestra casa, es decir, en El
Puerto, y no en otra ciudad lejana con la que no tenemos ningún tipo
de vínculos ni compartimos absolutamente nada. Tan solo una unión
administrativa y jurídica impuesta, sin dejar decidir
democráticamente a la ciudadanía porteña a través de un
referéndum su destino.
Si los que gobiernan
subvencionan con miles de euros de los/as porteños/as a asociaciones
saguntinas afines a su partido político dirigidas por personas con
cargos de relevancia en ese partido, los porteños les contestamos
celebrándolas en nuestra ciudad, en El Puerto. Así de sencillo.
En Iniciativa Porteña
nos caracterizamos por tener mucho respeto a nuestras tradiciones, a
nuestra cultura, a nuestra lengua pero sobretodo a nuestra gente,
ante las continuas provocaciones y faltas de respeto de los de
siempre que se enorgullecen de las suyas y marginan las porteñas. Y
todo porque no las han mamado. Están a más de 6 kilómetros de
distancia.
El ambiente era
espectacular. Cientos de porteños y porteñas asistieron como todos
los años a esta celebración tan enraizada en El Puerto y
disfrutaron de una noche al calor de la hoguera. Presidia, como
siempre, la bandera porteña, roja y blanca, colores identitarios de
los porteños y que ondeará alguna vez en nuestro Ayuntamiento
independiente. Una bandera que también lució orgullosa en nuestro
Horno Alto durante mucho tiempo y que recoge los valores
fundamentales de la sociedad porteña.
Me llamó la atención la
cantidad de sudaderas que llevaban algunos vecinos donde se podía
leer: "Yo quiero a El Puerto" y "orgulloso de ser
porteño". Un sentimiento que sigue latente en El Puerto y que
por mucho que se empeñen algunos en anular y en marginar jamás lo
van a conseguir.
Fue una noche de
sentimiento porteño, de celebración de nuestra cultura, de nuestras
raíces. Una noche presidida por nuestro majestuoso Horno Alto, la
Nave de Talleres y la Nave de Efectos y Repuestos. Un noche fría,
como siempre por estas fechas, pero una noche porteña.
Y al calor de la hoguera
y en absoluta soledad me sentí orgulloso de ser porteño, de ser uno
de los que llevaban esa sudadera, de luchar por nuestra cultura, por
nuestras costumbres, por nuestra gente. De saber que merece la pena
el esfuerzo, de saber que somos más y de que algún día
conseguiremos ser un pueblo independiente y libre. De saber cual es
nuestro origen, cual es nuestra lucha y por supuesto de saber que
somos porteños, y no saguntinos.
Al calor de la hoguera
había otra persona pensativa, valiente en la defensa de El Puerto,
luchadora por su pueblo. Estaba a un lado, como yo, en su soledad y
observando el crepitar de las llamas, con una sudadera que ponía: Yo
quiero El Puerto. Y orgulloso lo observé, en la lejanía. Era mi
padre.
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