Aída Nizar cuando desgraciadamente todo vale por salir en TV - Foto: Vanitatis
Año 2004. En las madrugadas
televisivas reinaba con enormes registros de audiencia Crónicas Marcianas. Aída
Nizar, expulsada a la primera de cambio de Gran Hermano 5, se convertía en una
de las concursantes más codiciadas por los programas de la cadena. Con sus
enormes ganas de protagonismo, Aída
se dirige a la grada del programa de Javier Sardá, donde el público la abuchea
y algunos la aplauden. Justo cuando iba a regresar a la mesa del debate, un
joven la agarra del brazo y se dirige a ella en tono no muy agradable. La ex
concursante de GH le dice al joven, que iba en silla de ruedas: "Te iba a contestar, pero Dios da a cada uno
lo que se merece". El asunto trajo cola. Aida empezaba a alimentar su
propia leyenda, la de una de las grandes macarras de la TV española.
Año 2017. Tele 5 ve como la
última edición de Gran Hermano, la número 17, empieza a hacer aguas por todas
partes. Los
errores en el formato se acumulan. La audiencia parece que echa de menos el
efecto sorpresa, la naturalidad en los concursantes y a Mercedes Milá. La
edición termina con una final insípida y con unas audiencias aceptables pero
mediocres e insuficientes para lo que a GH se merece y que ha disfrutado
durante estas casi dos décadas de vida. Tanto que saltan rumores sobre un
posible descanso del formato que podría no volver con su versión de anónimos en
otoño de 2017. Mediaset lo desmiente. Y decide llevar a cabo una nueva edición
VIP tras el éxito de las dos anteriores con Belén Esteban y Carlos Lozano como
protagonistas.
Aída Nizar: misión desestabilizar la casa
La audiencia sube respecto a
la edición de anónimos pero GH VIP tampoco brilla. El casting es potente (Irma
Soriana, Alonso Caparrós, Ivonne Reyes, Aless Gibaja, Alejandro Abad, Toño
Sanchís…) pero faltan tramas y, me cuentan, los guionistas se las ven y desean
para hacer videos y poder emitir un programa interesante a la audiencia. Las
cosas dentro de la casa apenas varían. ¿Y cómo alimentar las tramas? Deciden recurrir
a Aída Nizar. Ella encantada de volver a TV. Y vuelve, de nuevo, con el papel
bien aprendido de casa. Y en plató, su madre, con esa alma tan cándida y
angelical como la que transmite su hija. Ironía modo ON. Aída Nizar ha
revolucionado la casa y se ha convertido en la estrella de esta edición de GH.
Ella encantada, ya se había estudiado no dejar huella. Lo ha conseguido. Pese a
ser expulsada de nuevo a la primera de cambio, la repesca le ha valido la
vuelta a la casa gracias a esos supuestos votos de la audiencia que primero la
echan y luego la quieren volver a ver dentro. Quien lo entienda, que lo compre.
Aída Nizar ha vuelvo a
mostrar en GH VIP ese personaje que dice ella que es real. Un ejemplo de lo que
no debe ser nadie, aunque ella apele a que está repleta de valores. Un espectáculo
lamentable es lo que ha dado como concursante en la casa de Gran Hermano. Aída
sigue hablando con Dios y en tercera persona. Lleva más de 10 años con la misma
absurda cantinela. Pero esta vez ha ido más allá. Ahora grita aquello de “Adoro mi vida” y sigue haciendo
monólogos. Aída sabe qué es lo que gusta en la tele. Es todo fachada; eslóganes,
llamar la atención, generar polémica, hablar sola para que le enfoque la cámara…
un postureo que demuestra la
artificialidad del personaje. A su favor, este año ha decidido incluir en sus
escenificaciones más humor. Lo cual es mejor para digerirla y no cambiar de
canal. Pero en el fondo sigue teniendo esa mala sombra. O como decimos por aquí
“mala follá”.
Aída no tardó en vender a su
supuesta amiga Ivonne Reyes, a criticar los sentimientos de Sergio Ayala
respecto a ésta (¿no sabrá el chico lo que él siente o deja de sentir?),
criticar a la buena de Emma Ozores por no querer meterse en líos (no todos
tienen esas continuas ganas de pelea que tiene ella…), a intentar ridiculizar a
Irma Soriano, profesional que ha tenido que ir a GH para relanzar su carrera.
Un ejemplo lo tenemos en ese machaque que le hizo en la sala de expulsión
mientras Soriano aguantaba mirando al frente sin decir nada. También ha
decidido por poca afinidad criticar a Allyson y Marco y su no-relación o
no-tonteo cuando no ha pasado nada (un poco absurdo eso de criticar algo que ni
ha existido), a utilizar la información del exterior en cuanto a simpatías y
antipatías del público para lanzarse contra Aless Gibaja con comentarios de
dudoso gusto sobre la manera de ser del chico… y ahora a aliarse con Daniel
Blume pese a criticarla anteriormente hasta la saciedad e intentar hacer piña
con Alejandro Abad y con Toño Sanchis, los “malos” de la edición. La cuestión
es dar la nota.
Aída sabe que está ahí para
darla. Y T5 lo necesita. Hay mucho share en juego. Objetivo conseguido a
medias. Si no se hubiera metido la mala follá de Nizar, ¿el programa tendría la
misma audiencia que tiene ahora? Con los datos en la mano, GH VIP tampoco está
arrasando pero, ¿hubiera ido peor sin Aída? Posiblemente. Aída busca la pelea
constante, desestabilizar a un grupo de personas que no han salido aún al
exterior -ella sí-, busca dar la nota, busca la cámara y todo criticando sin
piedad, haciéndose eco del sentir de la audiencia en tertulias y foros para simpatizar
con esta y seguir en el programa. Aída es muy muy lista pero, ¿le vale la pena
ser de esa manera para seguir en TV? ¿esos son los valores de esta socieDAD-
como ella recalca con exagerada dicción made in Valladolid- que ella quiere
promulgar? ¡apaga y vámonos! Todo por seguir en TV.
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