Pie de foto Gobernar después de haber estado tantos años en la oposición constituye una oportunidad única. Teniendo claro, por supuesto, que el cargo que ostentas no es un fin en sí mismo, sino un medio para llevar a cabo políticas que mejoren las condiciones de vida de la ciudadanía. Eso significa que ni se puede, ni se debe, dar tregua. Desde el minuto uno los cambios han de ser palpables. No puede haber excusas.
Como Diputada de Inclusión Social, Memoria Histórica y Teatros el reto ha sido importante y no nos hemos conformado con maquillajes. Concebimos las políticas a desarrollar como ruptura absoluta con lo existente, entendiendo que la justicia social debe imperar en las mismas. En nuestro caso, el aumento presupuestario en los convenios para servicios sociales de los ayuntamientos ha sido del triple. En Teatros el desafío también era importante. Hemos cumplido con nuestros tres objetivos: más producción, más exhibición y mayor difusión de las producciones propias. Y en Memoria Histórica, donde estaba todo por hacer, los avances son innegables.
Somos la primera y única administración valenciana que ha subvencionado la exhumación de las fosas comunes, también la puesta en valor de los lugares de la memoria y la retirada de vestigios franquistas; los programas “la memòria a la biblioteca” y “la memòria a l’escola”, con el documental “Fills del silenci” como punta de lanza, son tal solo ejemplos del intenso trabajo que estamos haciendo.
En la otra cara de la moneda está Catarroja, donde pese al magnífico resultado electoral de Guanyar Catarroja y un apoyo claro de la ciudadanía –incluso para ostentar la alcaldía del cambio–, nos encontramos en la oposición. Expulsados. Es un secreto a voces que esto fue posible con la ayuda de dos tránsfugas. Y nuestras políticas, tiradas a la basura por quienes prefieren la inercia a la transformación. Y como muestra, un botón: desde Cultura, en el poco tiempo que estuvimos en el gobierno, negociamos remunicipalizar la gestión del Teatro Auditorio y apostar por una política pública de cultura, pero los que llegaron optaron por seguir con la privatización.
En Catarroja el cambió no llegó, hasta el punto que incluso las privatizaciones han visto aumentadas sus partidas y los sindicatos han protestado en la puerta del Ayuntamiento porque había contratas que no cumplían ni con los convenios colectivos, premiando así la precariedad laboral; el precio del agua se llega a incrementar hasta un 16%, las ordenanzas fiscales son las mismas que las del PP; las percepciones económicas de los concejales, lejos de reducirse, se han aumentado gracias a convocatorias extraordinarias de comisiones sin justificación alguna; los medios de comunicación municipales son meros instrumentos de propaganda del gobierno a los que cada vez se destina mayores recursos y las fiestas siguen siendo tan casposas como siempre. Ahora bien, los bancos del color del arcoíris son muy bonitos.
Comparte la noticia