Carmina Esteve está desesperada. Desde hace 8 años que trajo al mundo a su hija Sonia, su vida ha dado un giro de 180 grados y todavía no ha parado de dar vueltas. Lleva mucho tiempo a base de juicios contra la ginecóloga que llevó todo el embarazo de su hija y que, según Carmina, “no le diagnosticó ninguna de las 16 malformaciones con las que nació Sonia”. Y ahora, un juez la ha condenado a pagar las costas de un juicio que ascienden a casi 100.000 euros. Un hecho que Carmina no entiende, porque ella asegura que “la han condenado por traer a su hija a este mundo cuando la que se equivocó fue una ginecóloga poco preparada”.
“No fue capaz de ver nada de lo que le pasaba a Sonia durante mi embarazo. Llegó a decirme que la niña sería, incluso, más guapa que yo”, recuerda, todavía con cierta sorpresa. Carmina dice que pasó todos los controles sin ningún sobresalto y que la ginecóloga no le advirtió en ningún momento de lo que realmente estaba pasando en su vientre. Hasta el día del parto. “Sonia no tenía cerebelo, no tenía paladar. Nació con osteoporosis, con esclerosis múltiple, sin las falanges en los dedos. De hecho en los pies tiene muñones… Y la doctora no fue capaz de ver ni una sola dolencia”. Carmina enfatiza cuando dice que la negligencia fue contra ella y no contra su hija. “Si en 2005 me hubiesen avisado de todo esto, yo hubiese decidido si seguía o no con el embarazo, pero ahora ya es tarde”, recalca Carmina.
A partir de ese momento su vida solo ha estado dedicada por y para Sonia. Lo dejó todo de lado por estar con ella en el hospital ya que, por culpa de las crisis que padece la niña, ha tenido que pasar largas temporadas ingresada. Carmina y su pareja por aquel entonces, tuvieron que dejar sus trabajos, pedir créditos para ir subsistiendo porque ninguno de los dos quería dejar sola a Sonia en ningún momento. “Recuerdo una operación de cabeza en la que a la niña le pusieron casi 200 clavos y pasamos tres meses, con sus días y con sus noches, a su lado”, rememora Carmina.
Cuando la madre de Sonia recuerda el juicio en el que fue condenada, se lamenta por todo lo que sucedió. Carmina cuenta que “en el momento que la doctora no presenta las pruebas ecográficas, todo da un vuelco, porque me toca a mí demostrar que fue ella la que se equivocó. Pero lo que seguimos sin entender es por qué la jueza no le obligó a defenderse”, critica Carmina que, en todo momento se siente en desigualdad de condiciones. “Fue todo un cúmulo de despropósitos porque no pudimos luchar contra la ginecóloga porque yo solo pude presentar un informe pericial y ellos presentaron tres, por lo que la jueza solo tuvo en cuenta sus pruebas”, señala Carmina. Ella solo quiere el bienestar de Sonia pero se siente abandonada por las administraciones. “Que no me den la razón si no quieren, pero que no me condenen, porque saben que no tengo dinero y que el poco que tengo es para darle a mi hija la vida que se merece”, pide con angustia.
Sola
Carmina regenta una cafetería en Bétera desde hace algún tiempo. Un trabajo que “no me da ni para pipas pero que me ayuda a oxigenarme y a descansar, porque tener un hijo enfermo desgasta mucho”. Esta ‘madre coraje’ del Camp de Túria llevaba mucho tiempo sin vida social y cuidando sola a su hija. “Nos haN arruinado la vida a todos, comenzando por mi hija, pasando por mí y terminando por mi otro hijo que, en lugar de jugar con sus amigos, tenía que limpiarle las babas a su hermana”, añade Carmina.
Carmina solo quiere que el Ministerio de Justicia le perdone las costas del juicio porque es “restarle calidad de vida a su hija” y aunque recibe mucha ayuda por parte de los suyos, ya no sabe ni por dónde tirar. “Es muy triste que tenga que estar pidiendo dinero y recaudando fondos para pagar un juicio en lugar de estar pidiendo para comprarle una silla de ruedas especial para mi hija o adaptarle el baño. No es justo”, se lamenta.
Ha tenido muchos momentos en los que ha querido tirar la toalla, pero si sigue al pie del cañón es por su hija. Siente que se lo debe y que no va a dejar que nadie acabe con ellas. Lo tiene claro, ‘‘aunque la ginecóloga no admita su error’’, ellas no se van a rendir y llegarán hasta el final con los medios que sean necesarios.
Pero a pesar de todos los obstáculos que la vida le ha planteado, Carmina no puede evitar dibujar una sonrisa cuando habla de Sonia. Alaba su alegría, su cariño y su capacidad de supervivencia. “Mi hija es única en Europa. Solo conocemos un caso así en la India. Cuando nació no le daban ninguna esperanza de vida y lleva ya ocho años luchando con dolores. ¿Cómo no voy luchar yo todos los días cuando ella sí que lo hace?”, se pregunta la madre.
Y lo único que le consuela a Carmina es la risa de su hija cuando está viendo los dibujos animados que tanto le gustan. Esa risa es el motor para seguir luchando por lo que es justo: la vida de Sonia.
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