Carlos Gil. Nunca he tenido
una especial
afición a la pilota valenciana,
aunque las circunstancias siempre me invitaron a que así
fuese. Soy de la
generación que, siendo adolescente, vivió como la calle Mayor
de Benavites se
llenaba cada semana para disfrutar con las hazañas de nuestro
equipo y como los
campeonatos autonómicos, entre otros muchos, iban llenando las
vitrinas de
nuestro Club.
Lejos ya de
aquello, el pasado
sábado asistí al Trinquete de Pelayo a vivir un momento
especial, con el homenaje
que el mundo de la pelota rendía a Dani, “el
mitger de Benavites”. Dejando clara la admiración que
siento por cualquiera
capaz de hacerse a sí mismo y luchar, desde bien pequeño, para
alcanzar su
sueño, debo reconocer que soy poco imparcial para juzgar a
esta figura del
deporte, dado el especial cariño personal que, desde siempre,
he sentido por
él.
Esta partida,
ponía punto y final
a una trayectoria que, durante casi un cuarto de siglo, ha
paseado, por todos
los trinquetes de nuestra Comunitat, el nombre de Benavites,
asociándolo además
a un apelativo que, a todas luces, se ha ganado a pulso: el de
cavaller de la pilota. Pero los valores
que Dani ha transmitido y ha dejado a este deporte y a sus
aficionados permanecerán
mucho tiempo tras su retirada. Su saber ser, su generosidad,
su afán por
transmitir las bondades del deporte en general y de la pilota
en particular, se mantendrán en los trinquetes, con total
seguridad, mucho después de haber colgado los guantes.
Es el efecto que
supone haber
sido un grande y haberse ido como un grande. No siendo una
retirada prematura,
sí que deja entrever la nostalgia que su juego y su
personalidad dejarán entre
los aficionados que han podido disfrutar de su prodigiosa
carrera. No habrá
sido un ídolo de masas, no habrá tenido quince minutos
dedicados a él en cada
telediario, pero ha conseguido forjarse una leyenda que nació
con un sueño, una
pelota, un guante y una pared en la calle Valencia.
Enhorabuena,
Dani, por tu
trayectoria y por tu retirada, por los valores mostrados y por
los que quedan
por mostrar, y gracias, muchas gracias, por haber hecho grande
el nombre de
Benavites y asociarlo al que tan merecidamente te has ganado,
el de cavaller de la pilota.
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