Salvador Gallur, presidente de Som Valencians en la ciudad de Valencia.
Yo no sé a ustedes, pero a mí el gobierno municipal de
Compromís en la ciudad de Valencia se me está haciendo muy largo. Lo bueno es
que apenas queda poco más de un año para que los valencianos volvamos a votar y
podamos despedir a los Joan Ribó, Pere Fuset, Giusseppe Grezzi y compañía. El
caos circulatorio y de movilidad de posiblemente uno de los peores concejales
de la historia del municipalismo valenciano acaba de ser superado por el
maltrato de Compromís al comercio valenciano, el que genera la mayor parte de
la riqueza en la ciudad de Valencia, como acaba de quedar patente en las
recientemene finalizadas Fallas.
Sí, lo repito. Compromís maltrata al comercio tradicional
valenciano. El gobierno de Ribó ha subido al pequeño comercio el IAE y el IBI a
los locales comerciales, en concreto ha subido el IBI a más de 10.000 locales
de comercios y pymes que son los que generan el empleo en la Comunidad
Valenciana. Sin embargo, hemos visto cómo el gobierno municipal de Compromís y
el alcalde Ribó hacía la vista gorda contra los manteros y los lateros, que se
han multiplicado como hongos durante estas Fallas, sin que haya habido un
control, ni se haya multado. Esto tiene dos efectos muy negativos: el primero,
el de la salud, al no haber ningún control de lo que se vende por las calles; y
el segundo, económico, puesto que supone una competencia desleal con los miles
y miles de valencianos que pagan sus impuestos desde el mismo instante que
levantan la persiana de su negocio.
Mención aparte merecen los famosos 'foodtrucks', que también
han llenado las calles de Valencia. En este caso, el Ayuntamiento debería ser
más vigilante respecto a dónde se ubican y el número de los mismos por calles y
zonas, aunque en este caso, como digo, es cierto que hay que estudiar en
profundidad qué se puede hacer para que las comisiones falleras tengan más
ingresos, puesto que son ellas las que hacen la gran fiesta que son las Fallas,
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y son las comisiones las que se tienen
que buscar la vida para hacer esas obras de arte que arden cada 19 de marzo.
Lo que está claro es que las comisiones falleras hacen un
extraordinario trabajo, el pequeño y mediano comercio lucha todos los días para
abrir la persiana y, sin embargo, el Ayuntamiento que debería ser de todos los
valencianos prefiere proteger a los manteros y los lateros por encima de
nuestro comercio tradicional.
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