Pablo Abelleira.
La sucesión
de acontecimientos que relacionan al PP con la corrupción me
despierta muchos sentidos y sentimientos encontrados. No voy a
nombrar sólo la rabia política que da que en Ayuntamiento de
Sagunto los "limpios" sean los que censuren una tras otra
las medidas del equipo de gobierno, porque de ética creo que todo el
partido de la gaviota tiene bastante que callar y no pueden hinchar
demasiado el pecho sin caer en el descrédito que dan los dirigentes
locales, que si coleccionan fotos suyas en actos políticos comparten
ficheros de imagen con la policía de muchos de sus "compis"
de partido.
El sentido
poético, como la emoción, me embarga, y me viene a la mente Ruben
Darío con lo de "Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no
volver!, cuando quiero llorar no lloro, y a veces, lloro sin querer".
Aquí el tesoro, divino terrenal y de "dos millons de peles"
para empezar, es algo que todos nos imaginábamos, pero que ahora
empieza a hacerse real con las constantes detenciones, registros, y
"tiradas de manta" que tras la separación del yonki del
dinero aparecen cada día en prensa y en todos los medios de
comunicación.
Espero que
volviendo a los versos del poeta, y cambiando juventud por
corrupción, se vaya para no volver, y que ese retorno imposible lo
escenifique la nueva política, la del cambio social y la de la
transparencia. Esa en la que nunca estará el PP por mucho que se
esfuercen en vender imagen de limpieza en sus filas, con afirmaciones
de la cabeza de lista por Valencia en la que decía que su formación
era el partido de los obreros (manda huevos). Si la raíz está
podrida, los frutos son insanos, y a esa nueva realidad es a la que
tienen que acostumbrarse los populares y sus votantes.
Que no
vuelva a repetirse lo del tesoro escondido en Suiza, en campañas
electorales financiadas fraudulentamente, en mordidas que repercuten
en la calidad de los servicios y las obras está en manos de Podemos,
y hasta ellos lo saben, aunque no lo quieran admitir y sigan
inventándose relaciones con el mismísimo Satanás, o con cualquier
grupúsculo oscuro y terrorista.
El poeta
nicaragüense apunta sobre el llanto que viene sin querer, de la
misma manera, que sin quererlo, los ciudadanos estamos sufriendo las
consecuencias de unos gobernantes que más que dedicarse a gestionar
para todos, se dedicaban, tal y como demuestran las instrucciones
judiciales, a robar a manos llenas. Eso si que es para llorar, y aun
me quedo corto, porque saldrán con las comparaciones con Pujol,
Urdangarin, o con mil y un "tesoros" que debemos padecer.
Creo que
mal de muchos es consuelo de tontos, y que por el bien de todos, sea
del color que sea, contribuyan a dignificar la política y las
instituciones marchándose a casa, devolviendo las "pelas",
y que la justicia dictamine lo que tenga que pasar. Mientras,
nosotros a lo nuestro, bueno a lo de todos, a hacer una ciudad mejor
y más justa siempre que nos dejen....
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