Toñi Moreno y Mariló Montero Se han convertido en el azote de los críticos y las reinas del zapping. Nunca antes unas presentadoras de la cadena pública habían sido tan criticadas y vilipendiadas. Cosa o palabra que hacen y dicen son miradas con lupa más allá de las opiniones de los profesionales de la prensa y los expertos en televisión. Las redes sociales hablan de Mariló Montero y Toñi Moreno y no dejan títere con cabeza. Incluso Montero se quejaba hace poco de que “me han convertido en el bufón de España”.
Son las reinas de las mañanas y las tardes de TVE, aunque con matices. Ninguna de las dos reina nada, solo ocupan la mayor franja horaria de la cadena durante el day time. Por la mañana, la nada oxidada Anne Igartiburu le regala a la primera cadena sus audiencias más altas con el eterno “Corazón”. E incluso a veces su 12% de media suele ser el programa más visto de la cadena, con permiso de algún que otro éxito en prime time y de los informativos, en todo el día. Y por la tarde, “Aquí la tierra” pese a su pobre 7% de audiencia se ha convertido en el programa más rentable. Un magazine ameno, divulgativo e informativo que es todo un ejemplo de lo que debería ser una cadena pública en España. Una cadena que no debería luchar por las grandes audiencias, si no por servir al ciudadano con programas útiles para ellos que, al fin y al cabo, son quienes la financian.
Vayamos por partes. El problema de las audiencias de Mariló y Toñi se puede analizar desde varios puntos de vista. Toñi Moreno empezó mal pero no por ella, si no por el formato. Entre Todos fue criticado hasta por la prensa francesa. Se le tachó de un programa que mendigaba la caridad, aunque ellos querían promover la solidaridad. Al descubrirse que la periodista cobraba 1.400 euros por programa, las críticas empezaron a llover con más fuerza. Incluso hubo tormenta. Un espectador llamó para darle una reprimenda en directo. ¿Cómo es posible que una presentadora de una cadena pública gane tal pastizal en un programa donde aparece gente que no tiene absolutamente nada y pide ayuda? Obviamente el problema no fue de Toñi, a ella le dieron ese sueldo, si no de la mente brillante de TVE que decidió dar luz verde al astronómico salario de la andaluza.
Toñi cerró el chiringuito pseudo-solidario con un 9% de audiencia, poco más de un punto menos que la audiencia media de TVE en esos/estos momentos. La audiencia no simpatizó con ella. Pero TVE, que para cabezona ella, decidió darle un nuevo programa en la misma franja. Es de locos. Es como si a una persona no le gustan las patatas con chorizo y le cambian el plato por uno de chorizo con patatas. Detrás de T con T todo un experimentado director de históricos formatos como Sabor a ti y ¿Dónde estás corazón?, Antonio Robles. Un magazine ameno pero que no solo no ha conseguido aumentar la pobre audiencia de Entre Todos sino que encima ha partido el share a la mitad y ahora ni un 5% siguen las entrevistas a famosos de Toñi.
Mariló, que cobra 600 euros por programa -mucho menos que Moreno pero una fortuna al fin y al cabo por un par de horas de programa- tampoco convence. Su audiencia gira entre el 7% y el 9% de audiencia. El problema aquí son las continuas meteduras de pata de la presentadora, que han conseguido hacerle chirriar al espectador. Lo malo es que TVE no tiene una sustituta o sustituto en mente que le asegure una mejor audiencia. Su formato, menos político que el de Griso en Antena 3 ni tan cuore como el de Ana Rosa en Tele 5, está caduco. Pero en TVE se empeñan en seguir haciendo en las mañanas lo mismo temporada a temporada. Este verano llegó la buena de Inés a sustituir a Mariló y, encima, la audiencia bajó. E incluso su programa independiente, Amigas y conocidas, ni tan siquiera logra superar el 7%. Así que lo malo conocido es mejor, deberán pensar en la cadena pública. Y aguantan a Mariló.
Pero, sin duda, el problema más importante reside en la empatía de ambas presentadoras para con el espectador. TVE vio en ellas dos mujeres de mediana edad que podrían simpatizar con la audiencia femenina que suele ver ese tipo de programas. Pero les falta sinceridad. A veces, Toñi muestra una simpatía fingida, unas caras demasiado raras que le provocan “un-no-se-que” al espectador. No tiene esa pose de mujer culta pero amante de los cotilleos a la par como Ana Rosa ni de la sofisticación de mujer moderna del siglo XXI que tiene la Griso. Toñi es cercana sí pero tiene algo que no engancha. Simpatía fingida, dicen algunos. Y a Mariló es eso lo que le falta. Demasiado dura en sus conversaciones, un puntito de chulería navarra que no llega a calar entre el espectador andaluz, por ejemplo. Ella intenta reírse más pero la audiencia femenina no se identifica con ella. Y, como siempre, a los resultados nos atenemos. Vistos y analizados, ¿debería prescindir TVE de Mariló Montero y Toñi Moreno? Ustedes juzguen.
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