Juan Vicente Pérez. De entre los servicios que el ciudadano
tiene el legítimo derecho a reclamar del Estado, pocos hay tan
trascendentes como el de satisfacer la necesidad de un sistema de
enseñanza que permita la educación de todos. Por eso, el Derecho a
la Educación es el primero de los derechos sociales y el único de
estos que goza de una especial protección jurisdiccional prevista en
el Art 53.2 CE. Un Derecho recogido en el Art 27 CE que se combina, a
través de la definición pluralista y democrática del Estado, con
el principio de Libertad de Enseñanza. No es el derecho a cualquier
educación, sino el derecho a la libre elección de la educación, lo
que requiere un sistema educativo pluralista, un sistema de libertad
de enseñanza.
Para garantizar su efectividad el
Estado ha de asegurar la supervivencia de los Centros privados,
mediante subvenciones y conciertos educativos, en aras a promover las
condiciones necesarias para que todos los niños en edad escolar
reciban su educación tanto en los centros privados como en los
públicos, de acuerdo con las preferencias de los padres, o incluso
de ellos mismos en el caso de que dispongan de esa capacidad de
elección. Por eso el Art 27.6 y 9 garantiza la libre creación de
centros docentes y la posibilidad de ayuda oficial para contribuir a
su mantenimiento.
Y todo esto viene a colación ante el
ataque sistemático que la Izquierda está promoviendo contra un
Derecho y una Libertad, buscando imponer un modelo ideológico que
monopolice la prestación de un servicio con espurios intereses. Por
eso desde el Partido Popular hemos encendido las alarmas, pues
consideramos que la Educación no puede ni debe ser rehén de la
ideología. Y aquí recojo las palabras de nuestro Portavoz en el
Congreso Pablo Casado, proponiendo un Pacto Nacional en materia
educativa,”tendemos la mano a un pacto sincero en esta propuesta
de acuerdo porque es nuestra responsabilidad y porque la educación
de hoy va ser sin duda el éxito de España en el mañana”.
Debemos
comprometernos a sacar la educación de la lucha partidista para
convertirla en una verdadera aspiración nacional. Todos los
indicadores y evaluaciones internacionales al respecto, han venido
denunciando que nuestro sistema educativo no funcionaba. Una
Legislación de Izquierdas cuyo modelo ha sido suspendido una y otra
vez, porque no se puede adoctrinar y politizar de forma sistemática,
relegándonos por la calidad educativa y los rendimientos académicos
al furgón de cola de los países desarrollados. Y eso es un hecho
constatado.
Busquemos esa excelencia inherente al
Humanismo español y que Nebrija plasmó en nuestro Siglo de Oro en
ese manual, De liberis educandis en 1509 (De la educación de
los hijos), obra en la que se hace una síntesis de las ideas
fundamentales de la formación del hombre moderno. Tenemos que
recuperar la cultura del esfuerzo, del mérito y la capacidad, de ahí
la necesidad de acordar un marco educativo para las próximas
generaciones. Un marco normativo que aporte una estabilidad en las
leyes que vayan a garantizar una educación de calidad para nuestros
hijos, en Libertad.
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