Agentes de la Policía Nacional han desarticulado
dos organizaciones criminales de origen nigeriano asentadas en la localidad
alicantina de Torrevieja, que dirigidas desde Ceuta, se dedicaban a la trata de
mujeres, algunas de ellas menores de edad, con fines de explotación sexual.
Ambas controlaban toda la zona de explotación, actuando como auténticos
cárteles, que se repartían los lugares donde las víctimas debían ejercer la
prostitución y pactaban los precios a cobrar por los distintos servicios
sexuales con el fin de controlar totalmente el negocio y acabar con la
competencia. La Policía estima que entre las dos habrían introducido y
explotado a más de cincuenta mujeres, varias de ellas menores de edad.
En cuanto a los beneficios
obtenidos de su actividad, buena parte del dinero era enviado ilegalmente a
Nigeria donde una parte se distribuía entre los responsables de las
organizaciones y la otra era destinada a la financiación de nuevas operaciones
de trata y explotación de mujeres. El operativo policial ha finalizado con la
detención de 30 miembros de ambas organizaciones, 18 de los cuales fueron
ingresados en prisión sin fianza por orden de la autoridad judicial. Además,
los agentes han liberado a 18 mujeres, que estaban siendo explotadas en ese
momento. Los agentes también liberaron en la frontera de Ceuta a una menor embarazada. Otra víctima fue rescatada en
Guadalajara.
La investigación comenzó hace más
de un año a raíz de una denuncia presentada en la ciudad de Málaga por una
mujer de origen nigeriano, en la que relató a los agentes cómo había sido
captada en su país de origen y traída hasta España, donde la habían obligado a
ejercer la prostitución para pagar la deuda contraída por los gastos del viaje.
Inmediatamente los agentes hicieron
las gestiones necesarias para comprobar los datos aportados por la denunciante,
llegando así hasta una mujer nigeriana que tenía a su cargo a varias
compatriotas a las que controlaba en el ejercicio de la prostitución. La mujer
se relacionaba con un importante número de personas, también de su misma nacionalidad,
que, tras una minuciosa labor de investigación, se comprobó que formaban parte
de un amplio entramado criminal, dividido a su vez en dos organizaciones dedicadas
a la explotación sexual de mujeres.
La organización estaba liderada por
cinco mujeres y cada una de ellas controlaba a su propio grupo de víctimas en
el ejercicio de la prostitución, compartiendo, incluso, a algunas de las
mujeres explotadas. En el momento de las detenciones, una de ellas, que residía
habitualmente en Reino Unido, se encontraba en Torrevieja viviendo en una
caravana, con la finalidad de controlar a una de su víctimas, de tan solo 16
años, a la que habían convencido para que se fugase de su familia de adopción
con la que vivía en Francia.
Las víctimas eran obligadas a
ejercer la prostitución todos los días de la semana, desde las siete de la
tarde hasta primera hora del día siguiente, no pudiendo regresar al domicilio
en el que vivían con los tratantes hasta que les dieran permiso. Además eran
sometidas a todo tipo de agresiones y vejaciones, llegando una de las proxenetas
a amenazar de muerte a una de las víctimas en presencia de los policías en el
momento de la detención, si se atrevía a denunciarla.
La trama contaba con una red de
alojamientos en los que mantenían a las víctimas bajo el más absoluto control,
incluso en los lugares en los que ejercían la prostitución. Se turnaban para su
supervisión, dando cuenta telefónicamente de los servicios prestados por cada
víctima a su respectiva proxeneta, para que en todo momento supieran el dinero que
debían recaudar.
La red disponía de un grupo de
personas dedicada a gestionar nuevas operaciones de captación y traslado para
explotar sexualmente a nuevas víctimas. Ambas organizaciones se prestaban dinero
cuando era necesario para estos fines y ofrecían de igual manera apoyo legal cuando
se producía la detención de alguno de sus miembros. Otros ejercían como
intermediarios entre las organizaciones y las víctimas, cuando éstas se negaban
a pagar a sus tratantes.
Por último contaban con
especialistas en sacar de España los beneficios obtenidos de la explotación
sexual de las víctimas y de hacerlo llegar a Nigeria. Para ello empleaban dos
sistemas: Por una parte utilizaban una tienda de productos africanos de
Torrevieja, donde hacían entregas de dinero para que otros lo transportasen
hasta Nigeria oculto entre sus pertenencias; y por otra, desde el Corredor del Henares,
en Madrid, ocho personas recibían el dinero y lo ingresaban en determinadas
cuentas bancarias, o lo custodiaban a la espera de su envío a Nigeria. Para
sacar el efectivo de nuestro país usaban también "mulas" humanas,
compatriotas suyos que viajaban a Nigeria transportando el efectivo entre su
equipaje.
Una vez que el dinero llegaba a
Nigeria, una parte del mismo era distribuida entre los responsables de la
organización allí asentados y con la parte restante se financiaban nuevas
operaciones de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Las
cantidades de dinero que manejaban eran enormes, habiéndose detectado
movimientos por valor de más de un millón de euros.
Líder
espiritual
Los agentes averiguaron que los
responsables de la red, dos mujeres y un hombre, estaban afincados en la ciudad
de Ceuta, aunque sus víctimas eran explotadas principalmente en Torrevieja.
Además, la red utilizaba la influencia de un líder espiritual, pastor de una
iglesia en esta localidad alicantina que, no solo conocía perfectamente la
situación de explotación en la que vivían las víctimas, sino que ocultaba en el
interior de su iglesia la documentación de las mismas y se lucraba con los
beneficios obtenidos de su explotación. Se da la circunstancia de que las
mujeres explotadas se veían obligadas a pagar al pastor para ser perdonadas por
ejercer la prostitución.
Las mujeres eran obligadas a trabajar
en la calle todos los días de la semana en jornadas de más de doce horas, desde
última hora de la tarde hasta el amanecer del día siguiente, incluso tenían
totalmente prohibido regresar antes de esa hora a los domicilios. Una vez en
las viviendas, tampoco podían descansar, pues sus tratantes las obligaban a
trabajar como cuidadoras de ancianos y a limpiar y a cocinar para ellos.
Si desobedecían sus órdenes y no
obtenían el dinero suficiente por sus servicios sexuales, las castigaban a
alimentarse exclusivamente de pan y eran sometidas a rituales vudú en los que tragaban
agua sucia con arena o tenían que caminar desnudas por los patios de las casas
en las que residían. También eran coaccionadas para no denunciar su situación a
la Policía bajo amenazas de muerte.
Entre las dos organizaciones,
tenían totalmente controlado el negocio de la prostitución de origen nigeriano
en la vía pública de Torrevieja, repartiéndose las zonas de ejercicio de la
prostitución y manteniendo reuniones con regularidad para acordar los precios a
cobrar a los clientes, evitando así la competencia por parte de otras
organizaciones dedicadas a las mismas actividades. También solían recriminarse
una a la otra cuando las mujeres cobraban precios por debajo de los acordados o
trabajaban chicas demasiado jóvenes o sin utilizar preservativos, lo que
provocaba una competencia feroz que perjudicaba sus negocios.
La investigación, que ha durado más
de un año, se ha desarrollado en diferentes localidades, pues las
organizaciones acostumbraban a trasladar a las víctimas por todo el territorio
nacional para evitar su localización por la Policía. Además las aleccionaban
para que, a la más mínima sospecha de que pudieran estar siendo investigadas, extremaran
las precauciones. También cambiaban sus números de teléfono móvil
periódicamente o los intercambiaban entre ellos.
La operación ha sido
llevada a cabo por la
Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos de la Comisaría General
de Extranjería y Fronteras, las UCRIF de Alicante, Málaga y Valencia y las
Brigadas Locales de Extranjería de Cartagena, Torrejón de Ardoz y Alcalá de
Henares, con la inestimable colaboración de Europol, que ha canalizado las
investigaciones de las conexiones que ambas organizaciones tenían en Suecia,
Finlandia, Reino Unido, Italia y Francia.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia