Susana Gisbert
Ha vuelto la canción del
verano. Sin duda alguna, y tras varios años de reticencias que
parecían haberse llevado consigo el espíritu de Georgie Dan, ha
vuelto ese soniquete machacón que te taladra la meninge y te obliga,
como si de una abducción se tratara, a tararearla sí o sí. Ya el
pasado año apareció ese espíritu, montado en la bicicleta,
y también empeñado en que nos dolieran más los pies que el
corazón, y ahora se ha consolidado sin remedio.
Hay versiones de Despacito
de todas las formas y colores, desde la de quienes lo aprovechan para
hacer la política de arrimar el ascua a su sardina, hasta de
reivindicaciones de todo tipo, como la versión feminista. Y por
supuesto, un aluvión de amateurs buscando su minuto de gloria en la
red, sin faltar quienes se suben al carro usando del filón para
publicidad.
La cosa es tan seria que leía
el otro día que a un DJ le dieron algún que otro bofetón por poner
la cancioncita de marras más de diez veces en la misma noche. Y no
diré que lo tenía merecido porque no soy partidaria de la
violencia, pero la verdad es que hay que tener mucho estómago para
diez repeticiones de la cancioncilla.
Lo malo de esto es que, sin
buscarlo, el lema se convierte en un mantra, y ya se usa para todo.
¿Que alegas prisa porque te atiendan en un sitio después de dos
horas de cola? Pues te dicen que des-pa-ciii-to, laralalala.
¿Que no llega un pedido de hace meses? Des-pa-ciii-to laralalala.
¿que no terminan una obra que tenía que estar acabada antes del
verano? Pues más Des-pa-ciii-to laralalala.
Y claro, cuando se trata de
estas cosas, fastidia, pero ya está. A aplicar la doctrina del ajo y
el agua. Pero lo malo es si les da para usarlo como si fuera el
comodín del público, y nos vale para todo. Y si no se solucionan
más rápida y ágilmente problemas el país, como la justicia, la
violencia de género -cuánto cuesta el pacto de estado, por dios-,
la sanidad o la educación, pues nos cantan el Despacito y
punto. Que me estoy imaginando cualquier día al Consejo de Ministros
montando un flashmob, un lipdub o lo que quiera que se lleve ahora,
respondiendo con la cancioncita.
Aunque mejor no doy
ideas...Pero, si lo ven en la próxima rueda de prensa, no dirán que
no les avisé.
La cuestión es que me temo
que lo único que no va a pasar despacito van a ser los días de
vacaciones, que siempre pasan volando. Disfruten mucho de los suyos.
SUSANA GISBERT
(TWITTER @gisb_sus)
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