Salvador Murgui. Hoy es un día abierto a la sensibilidad, hoy es un día para meditar,
reflexionar y actuar. Violencia contra la mujer, que triste y que duras
suenan estas palabras, y que despiadadas se vuelven ante cualquier
agresión y muerte por violencia.
Violencia contra la mujer ¿Dónde empieza y donde acaba esta
terrorífica advertencia? No lo se. Es una de esas implacables preguntas
que la contestación es tan indefinida como incierta. Los hechos y los
números nos demuestran la crueldad del lamentable eslabón de una cadena
que se repite con demasiada frecuencia en nuestros días: año: 2007: 71
víctimas, 2008: 84 víctimas, 2009: 68 víctimas, 2010: 85 víctimas, 2011:
67 víctimas, 2012: 57 víctimas, 2013: 57 víctimas 2014: 59 víctimas
2015: 48 víctimas hasta la fecha y cada día por los medios de
comunicación nos enteremos que esta “lacra” no toca techo.
Por otra parte una macroencuesta oficial con la que están trabajando
las Organizaciones que luchan en contra de la violencia, nos habla muy
claro de las nefastas incidencias y consecuencias:
* El 10% de las mujeres de más de 16 años ha sufrido violencia física.
* El 25% violencia psicológica de control.
* El 22% violencia psicológica emocional.
* El 8% violencia sexual (la mitad antes de los 15 años).
* El 11% violencia económica.
* Que sólo el 45% acudieron a servicios de asistencia médica, psicológica o social.
* Que sólo un 29% la denunciaron y de ellas un 21% retiraron luego la
denuncia, esta cifra se incrementa hasta un 33% en las mujeres con
discapacidad.
Si analizamos lo establecido en la legislación vigente, pero
particularmente lo que nos dice el Convenio de Estambul, la
erradicación de la violencia exige PROMOVER LA IGUALDAD LEGAL Y REAL,
convirtiendo esta igualdad en la CLAVE PARA LA PREVENCIÓN DE LA
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
Es importante recordar que el artículo 18.2 del Convenio de Estambul
exige que se adopten medidas legales y otras (presupuestarias) que se
impliquen a todas las administraciones, nacionales, autonómicas y
locales en la solución de esta lacra y que también debe ser una cuestión
de ESTADO.
Esta sería la introducción: seria, fría y real. Pero “el ciudadano de
a pie” como es el caso de quien esto escribe quiere dar un paso
adelante, y aunque “todo” sea cuestión de Estado, o la culpa la tenga
“el Sistema” destrozado y en vías de recuperación, (es una forma de
tranquilizar las dormidas conciencias) debemos sensibilizarnos en una
profunda campaña domestica, de inculcar y enseñar a EDUCAR Y RESPETAR.
Vivimos en una sociedad que estas dos palabras en muchas ocasiones
estás descatalogadas. Las blasfemias se han convertido en las tarjetas
de presentación lamentablemente, lo vemos hasta en las series de
televisión: expresiones como “-chúpame la polla” sirven para soltar las
carcajadas de sintetizador que adornan nuestras divertidas series, o por
citar alguna otra “-jódete calvo” con todo el respeto a las cabezas
despejadas, o incluso los más irreverentes tacos, son los inicios en
tertulianas conversaciones de personajes que se precian de tener cierto
nivel cultural.
Lamentablemente todas esas formas revierten en la sociedad, en los
niños, en la juventud… y como “todo para bien” pues seguimos adelante. A
esto hay que añadirle esa dosis de violencia cuando se conduce, y no
vamos pendientes del volante, vamos pendientes de los móviles, de los
mensajes que recibimos de las redes sociales, y claro estamos con una
mano en el volante, la otra en el móvil (o la tablet o el último y
moderno invento) y sin darnos cuenta estamos generando una dosis de
nerviosismo que se traduce en agresividad.
Violencia contra la mujer… violencia contra todo… ¿Cuántas violencias
nos encontramos en nuestro pedregoso camino? ¿Cuánta violencia somos
capaces de engendrar nosotros? Y lo que es peor, YO (en primera persona)
TU… ¿Cómo frenas, erradicas esa violencia? ¡Que triste es ver que a tu
lado existe esa capacidad para alimentar la violencia!
Estamos en tiempos duros, muy duros, estamos asistiendo a tristes
espectáculos muy cargados de violencia, es una alerta mundial… pero a tu
lado y el mío, existe una dosis de esperanza. El ESTADO, los
ORGANISMOS (lo sintamos cercanos o lejanos) han de aportar su capacidad
legal para frenar todas las violencias, pero nosotros, los padres, los
educadores, las autoridades, los periodistas, cada uno en su pequeño
ámbito solo tenemos una tarea, sembrar paz, concordia, amistad… y ese
sin fin de buenas palabras que nacen de la educación y el respeto que
todos como personas debemos aspirar como el más grande del derecho
natural, nos llevaran a cambiar el mundo pacíficamente.
Día de sensibilidad, y día para erradicar toda clase de violencia, y
eso solo se erradica con amor. Si nos preocupamos de envidiar, de
guardar rencor, de ser cómplices de la injusticia, o de no abrazar la
verdad, difícilmente saldremos adelante, si nos centramos en vivir
abrazados al respeto, seremos capaces no de luchar, sino de acabar con
tan triste lastre que azota nuestra sociedad.
Hoy soy solidario con todas las banderas violetas. Hoy me sumo a la
campaña “Pinta al mundo de naranja” de Naciones Unidas #OrangeTheWorld;
Hoy y siempre pido que se cumpla el Art. 19 de la Ley Orgánica 1/2004,
estableciendo un sistema estable de financiación estatal y autonómico a
largo plazo para luchar contra la violencia. Pero también, hoy, mañana,
pasado… pido que se acabe cualquier tipo de violencia, y pido que
aprendamos en primera persona, y enseñemos en singular y en plural, a
conjugar y poner en práctica el verbo REPETAR, porque solo desde el
respeto encontraremos la paz que nos ayudará a matar todo acto violento
contra los demás.
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