Cada
año 130.000 personas sufren un Ictus en España, 10.500 en la Comunidad
Valenciana y, de éstos, un 30% muere como consecuencia de la patología.
Además, un tercio de los afectados sufrirá
algún tipo de discapacidad después del accidente. La actuación rápida
es clave: si el paciente recibe atención sanitaria antes de 120 minutos
desde que se produce el Ictus hay un alto porcentaje de que no le queden
secuelas y entre 120 minutos y 360 minutos
se minimizan las secuelas que puedan quedar.
En
este sentido, tal y como destacan los especialistas del Hospital de
Manises, la información de los síntomas de alarma y la celeridad del
entorno cercano
de la persona afectada es muy importante. "Se ha mejorado muchísimo en
la información y concienciación de la ciudadanía, sin embargo, se
calcula que más de la mitad de los españoles no sólo desconoce sus
riesgos, sino que no sabría reconocer los síntomas
de alarma y actuar en caso de producirse", explica el doctor Juan
García Prieto, jefe del Servicio de Urgencias.
El
Hospital de Manises es uno de los hospitales valencianos donde está
incorporado el 'Código Ictus' un circuito rápido de atención
protocolizado para
atender con celeridad un paciente que llega al Servicio de Urgencias
con sospecha de haber padecido un accidente cerebrovascular. En total,
el centro hospitalario ha incluido 52 pacientes en este protocolo desde
inicio de año. A muchos de los pacientes incluidos
en este código se les pudo realizar un tratamiento de desobstrucción
fundamental para minimizar la afectación funcional ya que acudieron
rápidamente al hospital. "Si actuamos antes de que hayan pasado cuatro
horas y media podemos ofrecerles tratamiento farmacológico
para disolver la coagulación causante del Ictus, aunque el porcentaje
de éxito aumenta si esa intervención es antes de 120 minutos desde que
se inicia el primer síntoma", detalla el doctor García Prieto.
El
protocolo 'Código Ictus' comienza cuando el paciente acude al centro de
salud o al Servicio de Urgencias del Hospital de Manises con sospechas
clínicas
de haber sufrido un Ictus. "A partir de aquí se activa el protocolo que
supone avisar a los profesionales implicados y poner en marcha una
serie de pruebas. Se realiza un TAC para medir la afectación y valorar
daños cerebrales que puedan excluir al paciente
del código como por ejemplo una hemorragia cerebral", señala el doctor.
Posteriormente el equipo multidisciplinar realiza una técnica conocida
como 'perfusión' para localizar la obstrucción sanguínea que ha causado
el daño. A partir de aquí, si el paciente
ha llegado con celeridad a los Servicios Sanitarios tendrá un
tratamiento farmacológico o de radiología intervencionista para
disolver el coágulo.
Tanto
si el Ictus se ha producido por un infarto cerebral (falta de aporte
sanguíneo al cerebro) o por hemorragia cerebral (rotura de un vaso
sanguíneo),
los síntomas varían entre el dolor de cabeza, la pérdida de visión o de
fuerza, la alteración del lenguaje, parálisis de una parte del cuerpo,
problemas de equilibrio, descoordinación de movimientos o la desviación
de la comisura bucal", resume la doctora
Silvia Roig Morata, neuróloga del Hospital de Manises. Si se producen
estos síntomas es primordial que se acuda rápidamente a los servicios
sanitarios indicando lo sucedido y todos los síntomas que se han
constatado. En estos casos la rapidez juega a favor
del paciente para evitar las secuelas y preservar las capacidades
funcionales.
Los
especialistas también destacan que los factores de riesgo
cardiovascular más importantes a la hora de causar un ictus son la
hipercolesterolemia,
la diabetes, obesidad, el sedentarismo, tabaquismo y, por supuesto, la
hipertensión arterial y los antecedentes familiares de enfermedad
cardiovascular.
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