P. Valenciano. FOTO QUILES En apenas un año hemos pasado del ‘‘Os aseguro que encuentran el infierno’’ -frase pronunciada por el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, refiriéndose a los homosexuales- a ‘‘Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad’’ -pronunciada por el Papa Francisco a los periodistas a su regreso de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Brasil.
El Papa nos sorprende día sí, día también, con declaraciones revolucionarias, en un intento por acercar la Iglesia a sectores sociales que se han alejado por su inmovilismo.
Junto a esta declaración sobre los homosexuales, también nos desconcertaba cuando recomendaba que los Estados fueran aconfesionales, un buen consejo, pues al fin y al cabo la religión forma parte de la esfera privada de las personas.
Si sus declaraciones sorprenden, en el fondo y en la forma, no menos lo hace su determinación en asuntos tan delicados como los escándalos de pedofilia que han manchado a la Iglesia en varios países o la corrupción en el Banco Vaticano.
El Papa Francisco también ha revolucionado con sus formas de dirigirse a los fieles, mucho más cercano que sus antecesores.
En definitiva, nuevas formas, para una nueva Iglesia que necesita hacer autocrítica y enmendar los errores cometidos en nombre de Dios.
Formas que sorprenden porque son muy distintas a las que nos tiene acostumbrados la Iglesia española, con ejemplos como el del obispo Reig Pla -siempre habla quien más tiene que callar- o el presidente de la Conferencia Epicospal Española, Antonio María Rouco Varela.
Mientras el Papa hace un guiño a los homosexuales -¿acaso no somos todos hijos de Dios?-, la Iglesia española ha tenido históricamente una actitud exclusiva, que ha quedado patente recientemente en la oposición radical al matrimonio entre personas del mismo sexo.
La pregunta es: ¿va a cambiar el paso la jerarquía de la Iglesia española con respecto a los homosexuales? En lugar de escuchar mensajes homófobos como el de Reig Pla, ¿va a trasladar mensajes de apoyo?
Y el PP, partido en cuyo seno hay los mismos o más homosexuales que en cualquier otro partido, ¿va a evolucionar hasta mantener una postura más próxima al Papa Francisco? ¿Por qué siendo algo tan normal y natural mantiene tantos destacados dirigentes en el armario? Y si el partido tiene entre sus simpatizantes, militantes y cargos importantes un número elevado de homosexuales, ¿por qué esa postura tan rancia en asuntos como el matrimonio homosexual o la asignatura de religión en la reforma educativa?
Artículo de
Francisco José Adán en respuesta a éste
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