Luis Carretero junto a una de sus obras A pesar de estar jubilado, Luis Carretero no puede evitar hablar con emoción de la que ha sido su profesión desde hace más de 40 años. Este vecino de Benaguasil, rememora todos y cada uno de los logros que ha conseguido con su oficio de bargueñista, que es como se conoce a los artesanos que han trabajado, de manera tradicional, las mejores maderas y el marfil más puro para hacer auténticas obras de arte.
Luis fue el primero de su familia en dedicarse a la artesanía del marfil. Fue allá por 1962 cuando entró de aprendiz en un taller en Valencia. “Los primeros años fueron para ejercer de recadero y realizar los trabajos que no quería hacer nadie. Hasta que mi maestro, el señor Pérez Conchán, me dijo que ya estaba preparado para tallar el marfil y convertirlo en fantásticos muebles”.
20.000 euros
Este artesano que, según él, es el único que queda en toda España, ha pasado por infinidad de telleres hasta el último y definitivo en la calle Na Jordana de Valencia, donde ha realizado los bargueños (mueble de madera antiguo con adornos de marquetería y taracea que tiene muchos cajones pequeños, compartimientos y estantes) y los cofres de hueso más delicados. “Por un bargueño se ha llegado a pagar hasta 20.000 euros, porque son muchas las semanas que inviertes en realizarlo, siempre con el más sumo detalle y utilizando los mejores materiales. Ese concretamente se lo envié a uno de mis mejores clientes a México”.
Porque Luis solo ha trabajado con las mejores materias primas. Estos muebles de diseño elegante solo pueden realizarse con lo mejor que ofrece la naturaleza. El marfil es el material más delicado y el más solicitado, pero también resulta el más caro. “Antes era más fácil que ahora comprar o conseguir marfil. Cualquiera que se iba de cacería a África podía vendértelo. Ahora tendrías que solicitarlo en Hacienda y debe pasar unos controles muy precisos y ser completamente legal”. En cuando a la madera, el Palo Santo es la que más le gusta a Luis, pero también ha trabajado mucho con le ébano o el boj, aunque ahora esté prohibido. “Todos mis muebles siempre han ido acompañados de mi firma y de un certificado de autenticidad sobre los materiales utilizados”, rememora Luis.
Nobleza
“Por los materiales y los diseños la gente podrá imaginarse que mi principal clientela ha sido la nobleza valenciana”, afirma un orgulloso Luis. Aunque se le pregunta para que diga los títulos más reconocidos de la aristocracia para los que ha tallado algún bargueño, Luis mantiene en secreto su cartera de clientes como si fuese un secreto de confesión. Pero asegura que “son algunas de las casas nobiliarias más importantes de la ciudad de Valencia”.
Hace ya mucho tiempo que Luis no tiene ningún encargo. Algunas de las personas que siempre le llamaban para hacerle algún encargo han desaparecido, por lo que aquellos muebles que él siempre talló con esmero los han heredado sus hijos. “Ahora sería muy difícil porque el gusto de la gente ha cambiado. Mis hijos sí querían continuar con la tradición y el oficio pero ha sido imposible porque ya no hay demanda”, cuenta un nostálgico Luis aunque no ha perdido la esperanza de que la moda de poseer un buen bargueño en casa vuelva. Porque su ilusión siempre ha sido la de crear una escuela de artesanía en Benaguasil para que no se pierda el oficio y enseñar y transmitir todos sus conocimientos. Sueña en muchas ocasiones con la idea, y aunque no lo haya visto materializado todavía, no pierde la esperanza.
Atrás quedaron los años en los que Luis decoraba los salones de los palacetes más ostentosos de la Valencia de la década de los 70. Por eso atesora alguno de los ejemplares que realizó aquellos años en su casa. Todos los días Luis los cuida, los mima o los restaura si hace falta y se queda mirándolos con añoranza y recordando la época dorada de una ciudad de la que él fue testigo de excepción y su verdadero artesano.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia