Manuel J. Ibáñez Ferriol. FOTO EPDA Una de las razones
por la que rechacé estudiar la carrera de Derecho, estuvo motivada ya en mis
años mozos, por no creer en los tratados que regulan los sistemas judiciales. Nunca
he compartido algunas decisiones judiciales vamos a llamar de leyes humanas.
Solo creo en la Justicia Divina, que es la única correcta y verdadera, pero la
justicia humana, es parcial y siempre barre el ascua hacia la sardina que más
le conviene. De ahí que sea un fan importante de don Pedro Pacheco, que
pronunció la solemne frase de: la justicia es un cachondeo. Yo añadiría que no
solo en España, sino en el mundo entero. A pesar de mi particular in-creencia,
suelo ser dócil a las leyes promulgadas, aceptando sin otro remedio, lo que los
hombres dictan, para un mejor arbitrio de la vida social y común. Por algo,
reconozco al homo sapiens, aunque obre la mayoría de las veces como homo
antecesor brutus. Por todo lo anteriormente expuesto, estudie Periodismo e
Historia, dos carreras humanísticas, que me permiten ser crítico en momentos
como el que narro a continuación.
Hace tan solo unas
horas, la delegación del Gobierno, prohibía tajantemente el ataque que íbamos
a sufrir los valencianos a nuestros símbolos de identidad, lengua y cultura,
por parte de los grupúsculos catalanistas, que quieren anexionarse la Comunidad
Valenciana para convertirla en otra realidad, usurpándonos nuestros derechos
como pueblo valenciano, haciéndonos pertenecer a una cultura que nos es
totalmente ajena. Ante la presente orden, se interpuso un recurso por parte de
alguna de las entidades catalanistas que operan en Valencia con toda impunidad.
Aproximadamente sobre las 12,30 horas, el Tribunal correspondiente, anulaba la
orden de la delegación del Gobierno, aceptando el recurso presentado y fallando
a favor de las tesis catalanistas.
Dos grupos
sociales, comprometidos con Valencia política y culturalmente, han salido en
defensa de los valores valencianos: las Nuevas Generaciones del Partido
Popular, por el sur, con coches particulares en los que se lleva la Senyera
valenciana y la bandera de España, en localidades como Guardamar del Segura,
Torrevieja, La Nucía, etc. defendiendo una valencianía y una españolidad, sin
mentiras ni tergiversaciones. Por el norte, el Círculo Cívico Valenciano, junto
a otras entidades valencianistas, han fletado un autobús, con una suscripción
popular –es decir, el alquiler del autobús ha salido del bolsillo de muchos
valencianos palleteres-, acompañado por varios coches particulares. Su objetivo
no es otro, que realizar un acto de afirmación valencianista, para
contrarrestar las ansias catalanistas, y demostrar la valencianía de la ciudad
de Vinaroz. Dos actitudes positivas y dignas de todo encomio. Han salido, a
defender la cultura y las raíces del pueblo valenciano, como decimos en nuestra
tierra “de baes” –de forma altruista-. Al parecer, el justo tribunal que ha
fallado a favor del catalanismo, no ha entendido bien el informe pericial de la
guardia civil, en el que se indica la posibilidad del enfrentamiento físico,
entre los invasores y los defensores de Valencia y lo valenciano. Pero la
impecable investigación, no ha surgido efecto en la cabeza del prócer patrio
–catalanista claro ésta-, que con tanta celeridad, ha despachado la querella
presentada, quizás animado por la causa, que proviene de otra comunidad
autónoma, desde la que se ha pagado la friolera cantidad de algo más de seis
mil euros, para promover las tesis catalanistas de sus partidarios operarios en
Valencia. Es decir, que seguimos jugando con el dinero no solo de los catalanes
–que tienen que cerrar hospitales, consultorios, residencias, escuelas y
comedores en las mismas …-, sino del conjunto de los españoles de bien, que con
los impuestos contribuimos a que desmanes como éste, sigan acampando a sus
anchas, y no se les ponga un límite y un cierre.
Como muy
acertadamente ha dicho el presidente de la Generalidad Valenciana: “los
valencianos hoy no tenemos nada que celebrar, porque lo hacemos el día 9 de
Octubre, en unión a todo el pueblo español…” Me gusta ésta actitud, pero hay
que seguir dando pasos en firme: hay que erradicar y cerrar la Academia
Valenciana de la Lengua –que nos cuesta muchos millones de las arcas públicas
muy obsoletas por cierto-, hay que admitir las Normas del Puig y a la Real
Academia de Cultura Valenciana, como entidad veladora de los intereses
culturales y lingüísticos del Reino de Valencia; hay que permitir la
homologación de los títulos de Lo Rat Penat y hay que sentir los símbolos
valencianos, entendidos éstos, no como un arma arrojadiza en la lucha política,
sino como el sentimiento de pertenencia a un pueblo, el valenciano, único,
plural y diverso. Un pueblo trabajador, emprendedor, luchador, fiel a sus costumbres
y tradiciones, capaz de realizar grandes empresas –como el descubrimiento de un
nuevo continente, gracias a la familia valenciana de los Santángel-, dar
esplendor a la cultura y la LENGUA VALENCIANA, con autores como Ausias March,
Joanot Martorell, Roig de Corella, Sor Isabel de Villena, San Vicente Ferrer,
San Luis Bertrán … y tantos hombres y mujeres que propiciaron el siglo de oro
valenciano en las letras y la cultura en general.
Seamos conscientes
de lo que somos y a la cultura que pertenecemos y no permitamos la ingerencia
catalanista en la vida de cada uno de nosotros, en nuestra tierra valenciana,
que solo sabe cantar sus NUEVAS GLORIAS A ESPAÑA, con cánticos de AMOR y de
PAZ, que salen desde nuestros CAMPOS y TALLERES. ¡Amunt Valençians!
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