Rafael Escrig.
Tengo una amiga que vive poco
menos que neurotizada por la insistente fijación que tienen los
cables eléctricos para enredarse y formar nudos. Es algo que siempre
la ha intrigado, y su actual preocupación radica en que cada día se
encuentra enredados los cables del walkman, a pesar de que los guarda
perfectamente colocados. Y esa preocupación suya me la ha contagiado
de tal forma, que me he puesto a investigar. Pues sí, resulta que
los cables eléctricos se enmarañan entre sí por una cuestión
puramente física. Todo depende de tres cosas: la flexibilidad del
cable, su diámetro y la longitud. Se ha investigado (damos por
descontado que ha sido en una de esas universidades americanas en
donde tienen suficiente presupuesto para estas cosas, en apariencia
tan pueriles) y la conclusión de dicha investigación ha sido
categórica: En condiciones normales, las probabilidades de que un
cable eléctrico se enrede sobre sí mismo son del 100 % y la única
posibilidad de que esto no ocurra es pasarse a la tecnología
inalámbrica. ¡Pues vaya consejo de Perogrullo! Y siguen diciendo
que, después de tres mil agotadoras pruebas de laboratorio,
descubrieron que ese 100 % se alcanza con cables de 150 centímetros
y disminuye según decrece la longitud. Yo no uso walkman y no me
ocurre como a mi amiga, pero sí es verdad, y ahora me doy cuenta, de
que el cable del teléfono fijo siempre me ha plantado cara como si
fuéramos enemigos, lo mismo me ha ocurrido con el cable del secador
del pelo, con la maquinilla de afeitar, con el cable de la plancha y
con el alargador de la taladradora.
La verdad es que, después de
que mi amiga me contagiara esa inquietud, estoy viendo cables
enredados por todas partes. Ahora me encuentro a cada paso con cables
rebeldes, cables indómitos, cables con tan fuerte personalidad que
me atrevería a decir que tienen vida propia y, en este punto vuelvo
a acordarme de mis amigos los electrones. Digo esto porque ya he
hablado de ellos en otras ocasiones y creo que el misterio de todo
esto son ellos, los electrones que conducen la electricidad por esos
cables. Son ellos quienes con sus constantes movimientos y giros,
enredan los cables una y otra vez. No busquen otra causa, no
investiguen más, les diría yo a esas universidades norteamericanas.
La causa está en los movimientos electronianos, que les encanta
hacer nudos en los cables por donde circulan. Es más, creo que ellos
también tienen la misma preocupación que nosotros pero a la inversa
y, así mismo, puede que exista un electrón neurotizado por esa idea
y se pregunte cada día ¿por qué se estiran los cables eléctricos,
cuando nosotros los dejamos tan bien enredaditos?
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