Nunca es agradable acudir a un Tanatorio, y mucho menos recibir la noticia de una muerte y más si es de una persona amiga y joven. Así me ha pasado hoy. Recibí la llamada telefónica “Socorro ha muerto”. Así sin más puede sonar frio, destemplado, y hasta fuera de contexto, pero parándote a pensar la noticia y las causas, te armas de valor para centrarte en la persona, en su familia y particularmente en su esposo Cristóbal.
Esta tarde llegue al Tanatorio de Picassent y me encontré con un Cristóbal entero, con un profundo sentimiento de la realidad que estaba viviendo, y con una gran ilusión de mostrar el ataúd cerrado con los restos mortales de su esposa y que estaba presidido por una preciosa foto de Socorro.
Conocí a ésta maravillosa pareja hace muchos años, además de ganarnos la amistad, hemos viajado juntos, y hasta compartimos audiencia en Roma con el Papa Benedicto XVI, Socorro, ya estaba enferma. Tres cánceres le persiguieron en su joven vida, pero su gana de vivir, la obligó a luchar hasta el último aliento de su vida… pero no somos de este mundo; su fortaleza, su entereza y su alegría, se apagaron cual vela que quema la cera y la llama se extingue en plena luz del día.
Socorro: mujer prudente, sencilla, discreta, siempre al lado de un hombre bueno, al que jamás hizo sombra, sino todo lo contrario, lo iluminó, al igual que hoy se le iluminaban los ojos a Cristóbal, al contemplar esa foto como último recuerdo del día de la separación.
Hoy comenzáis una nueva vida, diferente, con otras metas e ilusiones, pero sobre todo una vida, en la que el imperio de los recuerdos será el común denominador, porque no existe la raya humana que separe el amor de las personas.
Y volverá a salir el sol, y tendremos nubes borrascosas… y el luto y el dolor pasarán, pero lo que jamás pueden olvidar las buenas personas son los lazos de amor que nos han unido, lo que jamás pasa de moda es “esa palabra” de afecto, ese gesto de amor, que nos devuelve el cariño y el recuerdo de aquel que nos dejó.
Cristóbal y familia, hoy más que nunca os digo ¡Adelante! Adelante como vivió Socorro, porque su vida corta pero intensa deja una estela de buenas sensaciones y profundos sentimientos que serán imposible olvidarla.
En este momento, solo os deseo que os llegue de verdad el amor que os tenemos, porque siempre, siempre, el amor, es más fuerte que la muerte.
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