Susana Gisbert. No sé si
antes no nos dábamos cuenta o más bien no queríamos darnos, pero,
de un tiempo a esta parte, en cada fiesta popular saltan las alertas
de la desigualdad.
Tal vez ha
sido necesario un hecho tan tremendo como lo ocurrido con “la
manada” y todas sus consecuencias judiciales y mediáticas para
apercibirnos que hay cosas que no pueden seguir así, que las fiestas
no puden ser un pretexto para el “todo vale” y para pasar por
alto conductas intolerables.
Primero
fueron los sanfermines. Y si la punta del iceberg era el juicio al
que me he referido, no era un caso aislado. Incluso una periodista
grabó cómo era víctima del manoseo de varios bárbaros que parecen
encontrar diversión en cosas intolerables. La necesidad de que
hubiera que montar un punto de información contra las agresiones
sexuales dice mucho de la gravedad del problema. Para deslucimiento
de las propias fiestas y de sus verdaderos protagonistas, que no
tienen por qué soportar que se las relacione con eso.
Pero el
machismo no solo se viste de blanco y rojo en julio. Está en la
sociedad y por eso busca cualquier pretextos para salir a la
superficie. Y las fiestas populares, con sus excesos, parece que son
la excusa perfecta para esos indeseables.
Carnavales,
ferias o cualquier otra tienen que estar alerta para que no suceda.
Para que quienes no entienden otro modo de diversión que vejar o
humillar a las mujeres se sientan rechazados y no amparados. He leído
con gusto que en los carnavales de Cádiz ha habido comparsas que han
exaltado la figura y la valentía de las mujeres, y que en Málaga se
expulsó a un grupo por el machismo de sus letras. Ole. Así si.
Ahora leo
que nuestras Fallas, que ya habían ido dando pasos en este sentido,
inician una campaña a favor de la no discriminación. Casales libres
de machismo y LGTBfobia, para que conste bien alto y bien claro en
todas esas fallas que quieran adherirse, que a buen seguro serán
muchas. Me acuerdo la cantidad de comisiones que, hace dos años,
colgaban su banderines contra la violencia de género, haciendo que
cada vez que lo veía me sintiera orgullosa de ser valenciana y
fallera.
Las fiestas
son fiestas para todas las personas, y no para unos cuantos salvajes
a los que el término “persona” les queda más bien grande. Y
son, además, un enorme escaparate con el que el mundo entero
identifica la ciudad o el pueblo en que se celebran. ¿Qué mejor que
ser identificado con la lucha por ser cada vez más iguales?
Ojala
llegue el día en que estas medidas no hagan falta. Pero, mientras
tanto, mostremos nuestro rechazo contra cualquier comportamiento que
suponga discriminación, sexismo, o algo peor. Y digamos alto y claro
que no es eso lo que queremos.
Por unas
fiestas en que de verdad seamos #CadaVezMasIguales.
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