Fumata negra. Habemus elecciones. Por fin el no investido Sánchez tira la toalla y se allana a una convocatoria electoral no deseada. Ni en la peor de sus pesadillas quería verse en esta situación, abocado a una segunda vuelta -como ayer declaró- y sin más fuelle que resistir estos dos meses antes de ir al matadero. Por que la vida política de Sánchez se ha acabado. Ha conseguido llegar vivo a estas segundas elecciones, pero su crédito está agotado y su resuello es manifiesto. Un superviviente que llega diezmado a la línea de salida, agredido por un gran frente de izquierdas que lo quiere pisotear y traicionado por una retaguardia socialista que compone su salida y prepara sus pompas fúnebres.
Ya que verdaderamente, en estos cuatro meses el papel protagónico casi ha sido en exclusiva del candidato Sánchez. Él decidió desde el minuto uno cerrar el paso a Rajoy y al PP, creando una situación inédito e insostenible en el contexto de las democracias occidentales, que el segundo partido se niegue a conversar con el ganador de las elecciones y busque a la desesperada sumas aritméticas entre fuerzas minoritarias. Un pacto entre perdedores que era inviable desde su concepción, ya por el antagonismo de las principales muletas dónde necesitaba asirse (naranjitos y podemitas), ya por la inestabilidad manifiesta de depender de las fuerzas soberanistas e independentistas como peaje para alcanzar La Moncloa. Y así hemos estado cuatro mesecitos, escenificando pactos inservibles, elevando de categoría a papeles mojados y sobretodo, convocando ruedas de prensa a cada cual más teatralizada.
Pues tendremos nuevas elecciones y no pasa nada, que parecía que se acababa el mundo y se hundía el país. Rajoy parapetado en una esquina y apartado por la torpeza de los socialistas, se encuentra donde quería estar, superada esta travesía en el desierto y con ganas de un nuevo examen de los electores. Sánchez se enfrenta a su pesar con su electorado de izquierdas en contra al haberse entregado a los únicos brazos de Ciudadanos. Rivera tendrá que gestionar ante su bolsa de votos centrista y expepera su excesivo idilio con el PSOE. E Iglesias tendrá de nuevo la oportunidad, si su ego y soberbia se lo permiten, de formar un gran frente popular a la izquierda de la debilitada socialdemocracia, sumando a su causa a Izquierda Unida y evitando se pierda ningún voto revolucionario. Aunque arriesgado, yo apuesto por el sorpasso ante un socarrado Sánchez y un socialismo debilitado. Recordemos el PASOK.
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