Carlos Gil. ¡¡Ya tenemos el
primer escándalo!!
¡¡Trump ha eliminado la versión en español de la web de la
Casa Blanca!! ¿Cómo
puede haber sido capaz de semejante tropelía en las pocas
horas que lleva de
presidente? Creo que ya he dejado claro más de una vez que mis
esperanzas con
el gobierno de Donald Trump se centran en que el tiempo pase
tan rápido como
acostumbra y que se acabe pronto. Ojalá todas sus ideas
peregrinas acabasen ahí
(suponiendo que la eliminación sea cierta y no una
reconstrucción de la web
como se ha defendido desde Estados Unidos).
Pero mi
reflexión sobre el asunto
quiere llegar un poco más lejos. Nos cuesta poco
escandalizarnos cuando las
ofensas a nuestra lengua llegan desde fuera, pero ¿por qué no
hacemos igual
cuando se margina al español desde dentro de España? ¿Por qué
nadie dice nada
sabiendo que numerosos escolares, en muchos municipios de la
Comunidad
Valenciana, no tienen opción de elegir una enseñanza en
castellano? ¿Por qué no
ponemos el grito en el cielo al saber que numerosos comercios,
en Cataluña, se
han visto sancionados por rotular en español? ¿No es esto una
marginación al
idioma común de todos los hispanos?
Siempre he sido
un defensor del
plurilingüismo, hasta el punto de presumir de tener la suerte
de ser bilingüe
casi desde que empecé a hablar. Conocer, usar, defender y
promocionar el uso de
varios idiomas, nuestros idiomas, es una riqueza que nos
aporta un gran
patrimonio inmaterial y una mayor facilidad de relación con el
entorno.
Utilizar el
idioma como factor
diferenciador o, aún peor, como elemento divisor me parece dar
un paso atrás en
la carrera evolutiva. Las lenguas están para integrar, no para
separar y deben
utilizarse como elemento de unión entre personas y no como
factor diferenciador
entre territorios.
Dejemos de mirar
tanto la paja en
el ojo vecino y empecemos a pensar que tenemos aún mucho por
hacer aquí, antes
de clamar por nuestros derechos en el exterior. No podremos
frenar las ocurrencias
de Trump (bueno, Pedro Sánchez dice que él sí), pero podremos
dar coherencia a
nuestras reclamaciones si desde aquí actuamos igual que
pretendemos que se haga
allí.
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