Jaume Hurtado, presidente de Som Valencians. FOTO EPDA Tengo que confesar que tengo algo en común con Carolina Punset: Detesto a los aldeanos.
Quiero matizar, en mi defensa, que para mi un aldeano no es quien
vive en una aldea o quien habla valenciano. Todo lo contrario, los
valencianoparlantes somos europeos, modernos, abiertos y tenemos una
ventaja de inicio: Hablamos dos lenguas, una ligera ventaja respecto del
que sólo habla una,… una ventaja que además favorece el aprendizaje de
otras lenguas. Por tanto, aldeano no es quien vive en un pueblo, en el
campo o en las “provincias”. Aldeano denota una forma de ser, una
actitud. Y esta actitud aldeana, la observo desde hace muchos años en
Madrid, capital de España y en Barcelona, siendo muy preocupante el
catetismo de la prensa político-deportiva regional-madrileñista, y el
egocentrismo de los medios de comunicación de Barcelona.
¿Por qué digo esto? Por las pequeñas diferencias, por los pequeños
detalles. En la prensa y televisión de Madrid siempre se habla de toda
España, como si toda España fuera solo Madrid y alrededores. Si llueve
en Madrid, abren los telediarios alarmados con cara de gravedad con
titulares de “Lluvias en toda España”. Lo cómico viene cuando en
Valencia seguramente estemos pasando un excelente día de playa, y
alguien se pregunte: “¿Acaso Valencia no es España?
Esto puede parecer una tontería, pero no lo es. Porque no sólo estoy
hablando de clima y meteorología. Igual que el espacio deportivo de los
telediarios siempre se abre con la última hora de Cristiano Ronaldo o
Messi, en los últimos meses, la política local de Madrid o Barcelona
inunda los diarios, tertulias radiofónicas y prensa. Se habla demasiado
de Carmena y Ada Colau, y a mi me da exactamente igual cómo es el
servicio de basuras de Madrid y Barcelona, que esté sucia la Cibeles o
cuáles son las últimas declaraciones de un concejal de la capital de
España, por muy descerebrado que éste sea.
Estoy bastante harto de que se comente a todas horas las últimas
bobadas de Carmena, Colau y sus payasos, pero que nunca se hable del
Parque Central, la salida a Europa por Aragón, la mejora de accesos del
Puerto de Valencia, el Corredor Mediterráneo, el tren Gandia-Denia, el
Transvase del Ebro, la protección de la huerta, los desafíos de la
industria valenciana, la financiación autonómica o la gratuidad de la
AP7.
Sólo se habla de Valencia cuando se destapa otro caso de corrupción
(de partidos con sede en Madrid, recordemos), se desborda un barranco o
por un caso de violencia de género. Sólo se habla de Valencia para lo
malo.
¿Qué hace la prensa española hablando a todas horas de la política
local madrileña y barcelonesa? ¿Qué hace la prensa valenciana siguiendo
este tipo de informaciones? No hay criterio.
El mundo no es el centro de la península ibérica, Madrid no es
ejemplo de nada. Igualmente, Barcelona tampoco debería ser ejemplo ni
referencia para los pancatalanistas valencianos, que se fabrican cada
año gracias a TV3, y las escuelas e institutos. Por mucho que se queden
deslumbrados los escolares en Madrid o Barcelona cuando van en autobús
de viaje fin de curso, el mundo es mucho más. Hay mucho que aprender ahí
fuera. Hay que ver más allá que los catetos de barrio de capital.
Aspiro a que Valencia sea un referente en España y en Europa, y esto
pasa por querernos más a nosotros mismos, por ser mejores, trabajando y
creando, erradicando la corrupción y enchufismo (que han introducido,
por cierto, los partidos centralistas), y apostando por el futuro
produciendo ideas, demostrando que somos cosmopolitas, abiertos y
liberales, pero que eso no impide que amemos tener lengua propia, el
valenciano, que no sólo es una de las más bonitas y agradables al oído
en el mundo, sino que tiene Siglo de Oro antes que cualquier otra. Es
perfectamente compatible estar orgulloso de Valencia, de sus
tradiciones, cultura y orígenes ancestrales, con ser un ciudadano del
mundo, abierto, cosmopolita, y que tiene un pie siempre en su pueblo y
en su tierra.
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