Regina Llavata i Salavert La educación siempre ha sido una palabra, un tema, un motivo de discusión, en muchas familias, en las instituciones públicas, en la empresa, en la juventud, en el empleo…en la política. Desde que tengo recuerdos mis padres siempre me han preparado, animado y exigido en los estudios. De pequeña para las familias humildes y trabajadores estaba claro que el nivel al que podíamos aspirar sus hijos e hijas no era ni mucho menos los superiores. Aspirar a los estudios básicos era en si mismo un reto que afortunadamente con la universalidad de la enseñanza pública y gratuita permitió a muchas personas acceder a una titulación digna. El esfuerzo de la política y de las familias hizo posible unas primeras generaciones de diplomados, licenciadas, bachilleres. Los nacidos en los 60 somos hijos de la EGB, tan recordada con añoranza a veces. Un buen sistema redistributivo y solidario a partir de los 80 permitió mayor número de estudiantes con becas que sufragaban sus gastos y les permitió conseguir trabajos dignos, bien remunerados, y también ser el orgullo de muchos padres y madres que dieron por bien empleados sus esfuerzos y sus impuestos.
El número de colegios creció, se crearon nuevas universidades, carreras innovadoras, coeducación para la igualdad y filosofía para estructurar el pensamiento, profesorado preparado e implicado, mucho dinero público invertido en infraestructuras, becas y dotación escolar. Y cuando parecía que mayor nivel de educación se iba consiguiendo, con mayor calidad y con individuos más libres, iguales y con mayores oportunidades, la política se tuerce por los intereses más alejados de lo público y con el pensamiento neoliberal disfrazando la libertad de elección en lugar de la oportunidad solo para quien pueda.
Conocemos estos días que miles de estudiantes han devuelto sus becas por no poder continuar sus estudios, miles salen formados del país para mejorar la sociedad de otros, resoluciones judiciales que permiten la división por sexo, la pretensión de enseñar una asignatura militar cuando se retiró Educación para la Ciudadania, cada vez más menores caen en la pobreza y en el abandono escolar, la educación pública es puesta en entredicho, los maestros y profesores pierden su ilusión y son maltratados por las administraciones e individuos.
Ante este panorama, que puede parecer tremendista, solo quiero que el lector o lectora recapacite y compruebe el esfuerzo que nuestra administración autonómica valenciana realiza desde hace 3 años en revertir esta situación aquí. Recordad que los derechos, las ayudas, la calidad no siempre se han dado ni favorecido, que pueden perderse. Bancos de libros, ayudas para comedor, transporte, reducción de ratios, construcción de nuevos centros, dotación, participación, aumento de becas. Y la última novedad para el curso que viene es la gratuidad de la enseñanza de 2 años.
Esta siendo posible revertir la tendencia y mejorar, es cuestión de voluntad política, dando oportunidades por igual. La libertad de elección es realmente libre cuando se ha educado en el buen criterio y el pensamiento racional, en saber discernir objetivamente entre las opciones. Muchas generaciones de buenas personas formadas están en juego y una sociedad más justa depende de ello. Demás oportunidad al futuro.
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