Organizada
por la Asociación de Pasteleros y Panaderos de Gandia, en
colaboración con la Federación de Comercio y el área de Políticas
Económicas e Innovación del Ayuntamiento de Gandia (Comercio), la
cuarta edición de la Mocadorà pretende recuperar la festividad de
Sant Donís, como la fiesta de los enamorados valencianos y, a la
vez, salir a la calle para mostrar su artesanía.
Así, en
el mercado instalado en el paseo de les Germanies, participarán
pastelerías de Gandia y el Grau, mostrando sus productos. Habrá
también, el miércoles y el jueves, de 17 a 20 h, unos talleres
didácticos de dulces para los más pequeños, que tendrán que pagar
1€, cantidad que se destinará al Preventorio Infantil.
El
horario del mercado será de 11 a 20.30 h y se inaugurará mañana
miércoles, a las 17 horas.
El
origen de la Mocadorà
Es una
celebración popular valenciana, que tiene lugar el día de la
Comunidad Valenciana (9 de octubre), que asimismo es el día de San
Donís (en castellano, San Dionisio), patrón de los enamorados
valencianos.
La tradición
consiste en que los hombres regalen a las mujeres un pañuelo
(mocador en valenciano) en el que hay envueltos dulces hechos con
mazapán de distintas formas y colores que representan frutas y
hortalizas de la Huerta de Valencia.
La conmemoración
de la entrada de Jaime I el Conquistador en la ciudad, comenzó
probablemente con el primer centenario (1338) de la entrada a la
ciudad, y, poco a poco, se fue convirtiendo en una fiesta anual. La
víspera de la fiesta y durante todo el día de San Dionisio se
lanzaban cohetes (según las crónicas, hubo un año en el que se
llegaron a lanzar 13.000 cohetes desde la terraza del Palacio de la
Generalidad). Era una fiesta muy ruidosa y fresca para las
autoridades de la época que veían con recelo como los placeres
carnales también se hacían patentes.
La tradición de
la mocadorada se remonta al siglo XVIII, cuando tras la Guerra de
Sucesión, los Decretos de Nueva Planta prohibieron la celebración
de la entrada de Jaime I en Valencia. Como respuesta a la prohibición
borbónica, el gremio de confiteros de la ciudad de Valencia decidió
hacer dulces con forma de los petardos prohibidos, iniciando así una
costumbre que se ha mantenido hasta la actualidad.3 Por su forma
fálica o redonda recordaban los órganos sexuales masculinos y
femeninos. Son los llamados piuleta i tronador (nomenclatura que
también tiene una connotación sexual muy presente. Piula o piuleta
(petardo pequeño en español) es, también, una forma vulgar de
nombrar al pene en valenciano (sobre todo si es pequeño); el
tronador, es un petardo más grande muy ruidoso (trueno en lenguaje
pirotécnico castellano), también tiene forma fálica.
Junto con la
piuleta y el tronador también se fabricaban pequeñas frutas y
hortalizas, que según la creencia popular hacían referencia tanto a
la fertilidad de la Huerta de Valencia, como a las hortalizas que los
moros regalaron a la reina Doña Violante de Hungría (esposa de
Jaime I).
Ya desde los
comienzos, los dulces iban envueltos en un pañuelo (mocador en
valenciano) y todo junto, dulces y pañuelo, constituía el regalo
para la mujer amada. Poco a poco, el pañuelo dio nombre a la
festividad.
Por esta
tradición, muchos valencianos consideran el 9 de octubre como el día
de los enamorados (su San Valentín particular). También es
tradición que las mujeres conserven todos los pañuelos que su
pareja les regala año tras año desde que comenzaran a salir (son
una prueba de amor y como tal son conservados).
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