Juan Vicente Pérez. //EPDA Vivimos
tiempos de incertidumbres, no solo desde el punto de vista político,
que también, sino especialmente desde el punto de vista social. La
“vieja” Política ha surgido de sus cenizas, revestida de un
populismo que busca actuar como un disolvente contra nuestro modelo
de convivencia. Un modelo cuestionado y sometido a una enmienda a la
totalidad desde el pensamiento único. Lo alertaba el Papa Francisco
en su Discurso tras recibir el Premio Carlomagno, en un llamamiento a
recuperar esos principios y valores que han marcado ese liderazgo
intelectual y humanista del Viejo Continente. Y lo repetía SM Felipe
VI en la entrega del Premio Europeo Carlos V, apelando a las nuevas
generaciones a articular un nuevo ideal que movilice a una ciudadanía
huérfana de liderazgos, para romper las cadenas del relativismo.
Escenarios
que siembran dudas a una ciudadanía que empieza a ver las orejas al
lobo, haciendo buena la frase de Hobbes, “Homo
homini lupus”, en esta
lucha electoral que trasciende la mera conquista del voto. Una lucha
electoral marcada por esa estrategia fratricida en pos del liderazgo
de la “nueva” izquierda. El 20-D abrió esa caja de pandora, con
la fragmentación y la volatilidad de un electorado rehén de la
teledemocracia. Un escenario de vetos, de cordones sanitarios, de
cinismo y cálculo electoral para desbancar al Partido Popular del
poder. La cultura del “todo vale” elevada a la enésima potencia.
Una estrategia de poder con resultados de sobra conocidos para
conformar un Gobierno imposible, bien por los vetos, bien por las
renuncias, bien por el miedo a una calculada celada.
Y
ahora nos vemos de nuevo citados a esa máxima expresión de la
Democracia, el ejercicio del voto. El próximo 26-J estamos
convocados a cumplir con esa obligación cívica que determinará en
este nuevo escenario de verdadera confrontación ideológica, que
modelo de sociedad, que país queremos para los próximos años.
Convocados de nuevo a las urnas, debemos hacernos una serie de
reflexiones para no repetir errores anteriores. Por una parte,
recordar de dónde partíamos a finales de 2011, por lejana que nos
parezca la fecha. Por otra, ver si los esfuerzos han valido la pena,
si han fructificado abriendo un halo de esperanza para millones de
personas. Porque en 2011 nos íbamos todos por el sumidero de la
incompetencia de la izquierda.
Por
eso es necesario afrontar esta nueva cita con los deberes hechos. Las
semanas transcurridas desde el 20-D, así como la gestación de esa
estrategia frente populista de la izquierda, deben plantearnos la
cuestión de que modelo de sociedad, que alternativas a nuestro
modelo de convivencia se nos plantean y a que coste. Porque no hay
sacrificio más inútil que desandar lo andado, para no llegar a
ninguna parte. Simplemente como meras marionetas de un modelo fallido
que cercena nuestra Libertad, desde la intransigencia y la
intolerancia con el que no piensa igual.
De
ahí la necesidad de reafirmar esos principios y valores que
mayoritariamente profesamos, desde la coherencia y el compromiso
social, en Libertad. Desde el Partido Popular apostamos por ese
proyecto moderado, honesto, fiable, solvente y eficaz que España
necesita para consolidar la recuperación. Un proyecto de futuro,
desde la igualdad de todos los españoles y la unidad de España. Un
proyecto más allá de las ideologías, que genere escenarios de
convivencia sin echar la vista atrás. Un proyecto común del que
sentirnos partícipes y orgullosos. Un proyecto que ponga en valor
nuestra tierra y su generosa aportación al bien común. Un proyecto
para seguir construyendo una sociedad cosmopolita que unida, afronta
sin miedos los retos que nos esperan. Para seguir construyendo la
España que queremos #AhoraMásQueNunca
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