Passejà de Sant Onofre La Passejà de Sant Onofre ya es Fiesta de
Interés Turístico Provincial de la Comunidad Valenciana, tal como
dictamina la resolución de 14 de marzo de 2018 de la Presidencia de
la Generalitat Valenciana, publicada hoy en el DOGV. “Estamos ante
una excelente noticia para Quart de Poblet, que supone un gran paso
en el camino que mantenemos abierto para el reconocimiento y
preservación de una fiesta única, la Passejà de Sant Onofre, que
nos distingue como pueblo. Con el apoyo y la colaboración de la
Associació de Amics de la Passejà conseguimos la declaración de
fiesta de interés local y ahora ya lo hemos ampliado al ámbito
provincial. Nuestro objetivo es seguir trabajando para que la Passejà
llegue a cuantos más lugares mejor, que disfruten de ella porque
merece la pena”, ha declarado la alcaldesa, Carmen Martínez, tras
conocer la decisión del gobierno autonómico.
Martínez ha querido agradecer públicamente el
apoyo por parte de la Generalitat Valenciana y, en concreto, de la
Agencia Valenciana de Turismo, cuyo secretario autonómico, Francesc
Colomer, firma la resolución.
La Passejà pasó a formar parte de las fiestas
de interés turístico local el 4 de junio de 2007, pero el objetivo
era seguir avanzando en este reconocimiento. Para ello, la Concejalía
de Turismo, que dirige Maite Ibáñez, elaboró un proyecto,
defendiendo la singularidad y arraigo de esta fiesta, que obtuvo el
aval de otras localidades valencianas, entre ellas Elx, cuya
festividad más significativa, el Misterio, fue declarada por la
Unesco Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
La
Passejà es una procesión votiva de la que, según se recoge en el
proyecto de la solicitud a la Agencia Valenciana de Turismo, se han
encontrado referencias documentales en periódicos que se remontan,
incluso, al siglo XIX, el más antiguo un ejemplar de La Unión
Católica de 1880. Se celebra en la noche del 9 al 10 de junio y se
caracteriza por varios elementos que la hacen peculiar y
seña de identidad propia de Quart de Poblet.
El
primero es la figura de san Onofre, que es paseado por las
calles del pueblo. Su anda, denominada cariñosamente“la
coveta”, representa el momento en
que el santo ermitaño recibe la comunión de manos de un ángel en
su cueva.
Está
fechada en 1941 y su autor es el escultor valenciano Rafael Pérez
Contel. Esta imagen es réplica de otra más antigua,
probablemente del siglo XVII, destruida en la Guerra Civil.
En
segundo lugar: la participación popular, representada por el
Ayuntamiento y los vecinos y vecinas que acompañan al santo, detrás
del anda, de manera informal y distendida.
La
pólvora, con las ruedas de fuego que se realizan en determinados
puntos del recorrido, y con la fila de coheters de
la asociación Amics de la
Passejà, que encienden luminarias y
cohetes de salidas, sujetados con unas tenazas de madera, así como
la música, tanto del grupo de tabal
i dolçaina que abre la
procesión como la banda que la cierra, contribuyen a señalar el
carácter festivo del acto.
El
nacimiento de la Passejà se remonta al siglo XVIII. Cuentan los
mayores que al finalizar la primavera de 1723 la situación de los
labradores de Quart de Poblet, que eran la mayoría de los habitantes
del pueblo, era desesperada. Había una gran sequía y los meses de
lluvia habían pasado sin dejar casi agua. El río, además, apenas
llevaba caudal, y las acequias hacía días que no portaban agua.
Por
esta razón, cuando en la noche del 9 de junio se arremolinaron las
nubes de tempestad, en muchas casas empezaron a dar gracias a san
Onofre por haber escuchado sus peticiones y no haber abandonado a sus
hijos de Quart en esa situación angustiosa. Pero la alegría en
seguida se convirtió en un grito de desesperación cuando empezaron
a caer en las calles del pueblo gordas piedras de granizo: Si las
cosechas estaban debilitadas, aquella piedra sería la perdida
completa y el paso al inicio de una temporada de hambre. Los
labradores salieron en plena noche a los campos para tratar de salvar
lo que se pudiera. Allí, en la huerta, se percataron de que mientras
al pueblo continuaba cayendo la piedra, en los campos sólo llovía
agua beneficiosa.
En
seguida, entendieron que eso era una señal de la protección del
patrón del pueblo y, corriendo, se concentraron en la puerta de la
ermita, y abriendo las puertas, sacaron el anda de viejo ermitaño
para agradecerle su intervención milagrosa.
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