Leopoldo Bernabeu. FOTO EPDA
¿Realmente crees que no es necesaria la
aparición de nuevos proyectos políticos en este país todavía llamado España? No
sólo es necesario, sino que resulta asfixiantemente urgente. Y somos todos los
ciudadanos los principales responsables de que esto se convierta en una
realidad, todos. Cuanto más tiempo pasemos renegando de la política, tal y como
la conocemos hoy, peor nos irá a todos. Si básico ha resultado comprobar el
éxito de convocatoria en las movilizaciones en defensa de lo que hemos
entendido se nos quería amputar, mucho más urgente es la necesidad de dar un
paso adelante y apoyar nuevas ideas políticas con nuevos líderes, capaces de
dar un giro de 360º a esta insoportable situación.
España está hoy en manos de cuatro fórmulas políticas, idénticas entre sí, unas
viejas y otras que se hacen llamar nuevas, pero todas ideadas por el mismo tipo
de cerebro, cuyo objetivo único es moverse dentro de una esfera que sólo gira
entre sí misma, colocando a unos y a otros en distintas posiciones según el
momento que convenga. Ninguno ofrece soluciones reales a los problemas
cada vez más acuciantes que hacen tambalear la estabilidad e integridad históricas
de esta nación. No son estos presuntos líderes de opinión, ninguno de ellos,
los políticos que en este momento histórico necesita España para afrontar de
cara los problemas y ofrecer soluciones reales a lo que nos está sucediendo.
Que el separatismo catalán es un verdadero problema, nadie lo pone en duda. Que
sobre él es necesario hablar e informar, tampoco. Pero lo que jamás nadie
hubiera imaginado, excepto el brujo gallego que nos mal gobierna, es que toda
esta odisea, convertida en el principal y más grave problema que ha padecido
nuestra democracia desde la dictadura, mucho más serio incluso que el fallido
golpe de estado del 23 F, pudiera ser la tabla de salvación de este Presidente
del Gobierno. Resulta increíble. Algunos incluso dirán que esto sólo pasa en
España. Un problema como el sucedido en los últimos meses en Cataluña, fruto de
la desidia de la clase política incapaz de tomar una sola medida en los últimos
cinco años para atajar este creciente problema, le hubiera costado el puesto a
cualquier Presidente de un país democrático con sentido de Estado. Pero aquí
no, aquí al revés, este drama está sirviendo para afianzar a Mariano Rajoy en
el sillón de la Moncloa con absoluta tranquilidad.
No es normal que en pleno proceso de recuperación económica, veamos cómo se
está estancando de forma muy peligrosa la creación de puestos de trabajo. Casi
8.000 nuevos parados en el mes de Noviembre. ¿Esperamos que estos se generen
cuando la tendencia cambie a la baja? ¿Cómo es posible que habiéndose recuperado
dos millones de puestos de trabajo en los últimos años, con la consiguiente
recaudación de impuestos en materia de seguridad social que ello conlleva, la
hucha de las pensiones esté con telarañas y teniendo que solicitar préstamos
para pagar a los ya casi 10 millones de pensionistas, creándoles además ese
constante desasosiego impropio de una democracia como la nuestra?, ¿estamos
esperando a volver a entrar en recesión para afrontar la urgente reforma del
Pacto de Toledo? La cobardía, incapacidad y falta de diálogo, son las muestras
de identidad de un Gobierno atenazado por los múltiples casos de corrupción y
una oposición cainita y ciega por conseguir el poder, que desatiende las
principales amenazas que se ciernen a gran velocidad sobre este país.
Resulta vergonzoso ver como cada día se dedica una ingente cantidad de páginas
de periódicos, interminables horas de tertulia en todas las emisoras de radio y
un sinfín de programas de televisión al problema de Cataluña, mientras aumenta
el número de personas en el desempleo, están amenazadas las pensiones de
nuestros mayores y se resiente el mercado turístico en la principal comunidad
autonomía receptora, olvidando que sigue siendo esta la industria que más
puestos de trabajo mantiene en España y la que más recursos genera.
Pero claro, el brujo está tranquilo meneando
su pócima mágica, esa que tiene al resto de partidos políticos embelesados
pelándose por aquello que al gallego le interesa, entretenidos como niños a ver
quién es capaz de sacar más escaños en una de las esquinas de España. No
interesa resolver un problema que a todos convine que continúe. Al más listo de
la clase, porque si hubiera querido ya hace años lo hubiera resuelto, y al
resto del chiflado pelotón porque mientras se pelean por su trocito de tarta,
no emplean tiempo en fijarse de que España se aproxima, y este es el principal
problema, a una nueva recesión económica sin haber hecho los deberes que nos
pusieron en la anterior, demasiada cercana todavía en el tiempo como para que
muchos de nosotros hayamos desistido de aportar nuestro granito de arena y
quitar a todos estos ganapanes la varita del poder que no tienen ni la más
mínima idea de utilizar.
Les invito a que reflexionen si de verdad nos podemos permitir el lujo de no
querer hablar de política, de no participar en proyectos nuevos y, sobre todo,
de rechazar el escuchar a aquellos que decidan dar un paso adelante. Al menos
escuchémosles, a los que hay ya los tenemos muy oídos. Y sino lo queremos hacer
por nosotros, hagámoslo por aquellos que nos siguen, sin culpa ninguna de
encontrarse este patético futuro.
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